EL PRIMER LIBRO DE ENOC. REFLEXIÓN INICIAL
EL LIBRO DE ENOC Y SU PERTINENCIA EN NUESTROS TIEMPOS
Enoc es citado en los Sagrados Escritos:
Lo cita Judas:
Enoc es citado por Judas en su carta cuando habla de los
hombres del final de los tiempos. Él dice de ellos, “porque algunos hombres han
obtenido acceso, quienes desde el principio estaban inscritos de antemano para
esta condenación; hombres impíos que convierten la gracia de Dios en abominación,
y niegan a Aquel que es el único Señor Dios: nuestro Señor Yahshúa, el Mesías”.
El mismo Judas los relaciona con su padre Caín cuando dice:
“¡Ay de ellos!,
porque fueron por el camino de Caín…”
y es acá donde incluya a Enoc diciendo: “En
cuanto a éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, cuando dijo: “He
aquí, Dios viene con miríadas de santos, para ejecutar juicio contra todos, y
para reprender a todos los impíos por todos los actos que han cometido
impíamente, y por todas las violentas expresiones que los pecadores impíos han
proferido”. (versos 14 y
15).
Pero, antes de estos versos, Judas también parece citarle
cuando usa el siguiente texto: también
a los ángeles que no mantuvieron su dignidad, sino que abandonaron su propia
morada, los ha reservado en cadenas ocultas, bajo densas tinieblas hasta el
juicio del gran día. (verso
6)
También lo cita Pedro:
Y precisamente, hablando del castigo impuesto a los
ángeles, el apóstol Pedro lo citó diciendo, “porque
ciertamente Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que, habiéndolos
arrojado a las regiones inferiores en cadenas de tinieblas, los entregó para
que fueran reservados para condenación de tormento, y tampoco perdonó al mundo
antiguo, sino que, habiendo traído el diluvio sobre el mundo de los malvados,
preservó a Noé, predicador de justicia, que era el octavo. (2Pedro 2:4,5).
Moisés es el primero:
Previo a lo escrito en el Nuevo Testamento, el primero que
menciona algún escrito de Enoc es Moisés. El capítulo 6 del Génesis de Moisés,
tiene tanto parecido con el mismo de Enoc, que parece haberlo copiado
textualmente.
Enoc forma parte de la línea santa:
Llamamos línea santa al árbol genealógico que se inicia con
Adam. Enoc es el séptimo a partir de Adam.
En el texto que hemos incluido anteriormente, Judas da testimonio de
Enoc en cuanto a la carne: séptimo desde Adam (Judas 1:14).
Lucas también testifica de esto cuando escribió: “Noé, hijo
de Lamec, hijo de Matusalén, hijo de
Enoc, hijo de Jared, hijo de Mahalaleel, hijo de Cainán, hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adam, hijo
de Dios”.
Enoc subió a los cielos, sin morir:
El escritor de la carta a los hebreos dio testimonio de que
Enoc era un hombre agradable a Dios y que, quizá por esto, fue llevado a los
cielos sin ver muerte. Esto escribió: “Por la fe Enoc fue
traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y
antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios”.
Hebreos 11:5
Con relación a este milagro de la trasposición de Enoc,
Moisés escribió: Y caminó Enoc con Dios, después que
engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos
los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. Caminó, pues, Enoc con Dios,
y desapareció, porque le llevó Dios. (Génesis 5:23,24)
En el Segundo Libro de Enoc se recoge el siguiente momento:
“ En
aquel tiempo dijo Enoc: Al llegar a los ciento sesenta y cinco años engendré a
mi hijo Matusalén y después viví doscientos años más hasta cumplir los trescientos
sesenta y cinco. En el mes primero, en el día designado del primer mes, en el
primer día me encontraba yo, Enoc, solo en casa y descansaba en mi lecho
durmiendo. Y durante el sueño invadió mi corazón una gran pena, hasta el punto
de que exclamé llorando a lágrima viva: «¿Qué cosa querrá decir esto?» En esto
se me aparecieron dos varones de una estatura descomunal, tal como yo no había
tenido ocasión de ver sobre la tierra. Su faz era como un sol refulgente, sus
ojos semejaban antorchas ardiendo y de sus labios salía fuego; sus vestidos
eran como […] con abundancia de púrpura; sus alas brillaban más que el oro, y
la blancura de sus manos superaba a la de la nieve. Y poniéndose a mi cabecera,
me llamaron por mi nombre. Yo desperté de mi sueño y vi claramente aquellos dos
varones que estaban a mi lado. Me levanté enseguida y me postré de hinojos ante
ellos, sobrecogido de pavor, hasta tal punto que el miedo hizo cambiar el color
de mi rostro. Mas ellos me dijeron: ―Enoc, ten ánimo de verdad y no te asustes,
pues el Señor de la eternidad nos ha enviado a ti: sábete que hoy vas a subir
al cielo con nosotros.
Comunica,
pues, a tus hijos y a todos tus domésticos lo que tengan que hacer aquí abajo
con tu hacienda, mientras tú estés ausente. Y que nadie te busque hasta tanto
que el Señor te restituya a los tuyos. Y obedeciendo prontamente, salí de mi
casa y cerré las puertas, tal como me habían indicado.
Entonces
llamé a mis hijos Matusalén, Regim y Gaidad y les comuniqué cuanto me habían
dicho aquellos varones admirables.
Enoc,
al cumplir 60 días arriba fue mandado de regresó a la tierra y el Segundo libro
da testimonio de que, para ese momento, él había escrito 366 libros.
Yo
me estuve sentado el doble de treinta días y treinta noches y apunté
exactamente todo, llegando a escribir trescientos sesenta y seis libros.
Los manuscritos antiguos contenían el primer libro de
Enoc.
Aparece en el códice vaticano,
el cual forma parte de la Septuaginta y formaba parte de los Canon de Etiopía y
Eritrea. Las únicas versiones íntegras de este libro que se conservan están en
ge'ez, lengua litúrgica de la Iglesia etíope, pero son
conocidas varias partes en griego, y un fragmento en latín. También ha sido encontrado, en Antínoe, un fragmento en copto y, además en Qumrán fueron hallados múltiples fragmentos en arameo y uno en hebreo.
Los primeros
cristianos tuvieron gran aprecio por el Libro de Enoc, como lo atestiguan
las epístolas canónicas de Judas y segunda de Pedro, así como la no canónica de
Bernabé y los escritos de Justino Mártir, Atenágoras ); Tatiano ; Irineo,
Obispo de Lyon; Clemente de Alejandría; Tertuliano; Lactantio y además los de
Metodio de Filipo, Minucius Felix, Comodiano y Prisciliano.
Se nos dice que Enoc
escribió 366 libros, lo que no sabemos es si todos eran diferentes cada uno del
otro, o si había un número de originales y el resto eran copias, llegando a
totalizar entre originales y copias el citado número.
El segundo libro cuenta que tal cantidad de
libros escritos fueron traídos a la tierra y repartidos entre los hijos y los
conocidos de Enoc, para que fuesen instruidos. En el capítulo 11, entre los
versos 82 y 89, leemos: Y ahora, Enoc, cuanto acabo de decirte, todo lo que tú
has comprendido y visto tanto en los cielos como en la tierra y todo lo que tú
has anotado en tus libros, todo ello concebí crearlo por mi Sabiduría y (lo) he llevado a cabo desde
el fundamento más alto hasta el más bajo (y) hasta el fin. … Entiende, pues, Enoc,
y date cuenta de quién te está hablando: toma esos libros que tú mismo has
escrito y… baja a la tierra y da cuenta a tus hijos de todo lo que te he dicho y
de cuanto has podido ver desde el cielo
más bajo hasta mi trono.
Todo esto ocurrió antes
del diluvio y es posible que, si los libros no hubiesen sido resguardados todo
aquello se haya extraviado. No obstante, algunos testimonios, fragmentos,
largos trozas han sido hallados y preservados.
El primer libro es
efectivamente un documento poderosísimo e imposible de negar. Tal es su
coincidencia cin su propósito que el queda ratificado en sí mismo. Este primer
libro inicia dando testimonio de la razón por la cual fue redactado y, no
permite duda de su autenticidad.
Palabras de bendición con las que bendijo Enoc a los
elegidos justos que vivirán en el día de la tribulación, cuando serán
rechazados todos los malvados e impíos, mientras los justos serán salvados. (Enoc 1:1)
Y aquí el texto citado por
Judas es el verso 4: El Dios eterno andará sobre la tierra, sobre el monte
Sinaí aparecerá con su gran ejército y surgirá en la fuerza de su poder desde lo
alto de los cielos.
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