PRIMER LIBRO DE ENOC | CAPÍTULOS 11 AL 13. DIOS DA INSTRUCCIONES A ENOC

 "Y en esos días abriré los tesoros de bendición que están en el cielo, para hacerlos descender sobre la tierra, sobre las obras y el trabajo de los hijos de los hombres. "Y la paz y la verdad estarán unidas todos los días del mundo y por todas las generaciones

Ante esos sucesos Enoc había sido ocultado y no había ningún humano que supiera dónde fue escondido ni dónde están ni qué le sucedió.

El hacía todas sus acciones con los Vigilantes y pasaba sus días con los santos.

Así, yo Enoc estaba comenzando a bendecir al Señor de majestad, al Rey de los tiempos, y he aquí que el Vigilante del gran Santo me llamó a mí, Enoc el escribiente y me dijo: "Enoc, escriba de justicia, ve a los Vigilantes del cielo que han abandonado las alturas del cielo, el eterno lugar santo y que se han contaminado con las mujeres haciendo como hacen los hijos de los hombres, y han tomado mujeres y han forjado una gran obra de corrupción sobre la tierra, y hazles saber que no habrá para ellos paz ni redención de su pecado. "Y así como gozaron a causa de sus hijos ellos verán la muerte de sus bienamados y llorarán por la pérdida de sus hijos y suplicarán eternamente, pero no habrá para ellos misericordia ni paz".

Luego, Enoc se fue y le dijo a 'Asa'el: "No habrá paz para ti, contra ti ha sido pronunciado un gran juicio para encadenarte. "No habrá para ti ni tregua ni intercesión, porque has enseñado la injusticia y a causa de todas las obras de impiedad, violencia y pecado que has enseñado a los humanos.

Y avanzando les hablé a todos ellos y todos temieron y se espantaron y el temblor se apoderó de ellos. Me suplicaron que elevara una petición por ellos para que pudieran encontrar perdón por sus pecados y que la leyera en presencia del Señor del cielo.

Porque desde entonces ellos no pueden hablar a Dios ni levantar sus ojos al cielo, debido a la vergüenza por los crímenes por los cuales fueron condenados. Entonces escribí su oración con todas sus peticiones por sus almas y por cada una de sus obras y por lo que suplicaban todos, que hubiera para ellos perdón y larga vida.

Fui y me senté junto a las aguas de Dan, en la tierra de Dan, al sur del Hermonín, a su lado occidental y estuve leyendo el libro donde anoté sus peticiones, hasta que me dormí.

He aquí que me vinieron sueños y cayeron sobre mí visiones hasta que levanté mis párpados a las puertas del palacio del cielo y vi una visión del rigor del castigo. Y vino una voz y me dijo: "Habla a los hijos del cielo para reprenderles". Cuando desperté fui a ellos. Todos estaban reunidos juntos y sentados llorando, en la Fuente del Llanto que está entre el Líbano y Senir, con los rostros cubiertos.

Conté delante de ellos todas las visiones que había visto en sueños y me puse a hablar con palabras de justicia y de visión y a reprender a los Vigilantes celestiales.

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