LIBRO DE ENOC. CAPÍTULO CINCUENTA Y DOS

 Enoc al comienzo de este libro, nos muestra la obra que los ángeles caídos hicieron en contra de Dios y, una de ellas, entre las más importante estuvo el enseñar los minerales, con los que se harían arnas para derramar sangre.

El capítulo 8 dice: Y 'Asa'el enseñó a los hombres a fabricar espadas de hierro y corazas de cobre y les mostró cómo se extrae y se trabaja el oro hasta dejarlo listo y en lo que respecta a la plata a repujarla para brazaletes y otros adornos. A las mujeres les enseñó sobre el antimonio, el maquillaje de los ojos, las piedras preciosas y las tinturas

…entonces creció mucho la impiedad y ellos tomaron los caminos equivocados y llegaron a corromperse en todas las formas.

Estos materiales, luego, contribuyeron a forjar armas de mayor peligro, como las que existen hoy día, en aviones, misiles, bombas nucleares, barcos de guerra, etc.

En este capítulo, Enoc nos anuncia el fin del poder de las armas y, como ellas se derretirán delante del Señor.

Asimismo, el poder que materiales como el oro y la plata tuvieron, que provocaron la codicia de las gentes e inclusive las muertes y el derramamiento de sangre.

Escuchemos a Enoc:

Después de esos días, en el sitio donde había visto todas las visiones de lo que está oculto, porque había sido arrastrado por un ciclón y conducido hacia el occidente, allí mis ojos vieron todos los secretos del cielo que llegará: una montaña de cobre, otra de plata, otra de oro, otra de estaño y otra de plomo.

Pregunté al ángel que iba conmigo, diciendo: "¿Qué cosas son éstas que he visto en secreto?". Me dijo: "Todo lo que has visto servirá para el gobierno de su Ungido, para que pueda ser fuerte y poderoso sobre la tierra".

Y luego este ángel de paz dijo: "Espera un poco y te serán revelados todos los misterios que rodean al Señor de los espíritus: Esas montañas que tus ojos han visto, de hierro, cobre, plata, oro, estaño y plomo, en presencia del Elegido serán como la cera frente al fuego y como el agua derramada y se derretirán a sus pies.

Sucederá en esos días que nadie será salvado ni por el oro ni por la plata y nadie podrá escapar; no habrá hierro para la guerra, ni revestimiento para corazas; el bronce será inútil, el estaño no será estimado y el plomo será indeseable.

Todas estas cosas serán serán eliminadas de la superficie de la tierra cuando aparezca el Elegido ante el rostro del Señor de los espíritus.

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