PRIMER LIBRO DE ENOC. CAPÍTULOS 28 AL 32

 

Los ángeles de DIOS continúan mostrándole a Enoc lugares de extraordinaria hermosura. En esta porción Enoc no solo disfruta del paisaje, sino que se extasía en la fragancia que exhalan algunos árboles.

Después de mirar lugares de inusitada belleza, Enoc es llevado a conocer el árbol de la Sabiduría; el mismo del cual comieron Adán y Eva

Escuchemos:

Fui desde allí hacia el oriente, en medio de la cordillera del desierto y vi el desierto: estaba solitario y lleno de árboles y plantas; brotaba agua desde arriba, acometiendo como un río caudaloso que fluía hacia el noroeste llevando el agua y el rocío por todos lados.

Desde allí fui a otro lugar en el desierto y me alejé mucho, hacia el oriente de este sitio. Allí vi árboles silvestres que exudaban perfumes de incienso y mirra y sus frutos son parecidos a las nueces. Y más allá de ellos, me alejé muy al oriente y vi otro gran lugar, con valles de muchas aguas, en el que había cañas dulces aromáticas semejantes al lentisco; y en las orillas de estos valles vi el fragante cinamomo.

Y más allá de estos valles me alejé hacia el oriente. Me fueron mostradas otras montañas y también en ellas vi árboles de los cuales salía la resina llamada tsaru y gálbano.

Más allá, todos los árboles  estaban llenos de resina que era semejante a la corteza del almendro. Cuando se casca en estos árboles sale de ellos un olor perfumado y cuando se muelen las cortezas son superiores a cualquier perfume. Más allá de tales montañas, hacia el noreste de ellas, me fueron mostradas otras montañas, llenas de nardo escogido, lentisco, cardamomo y pimienta.

Desde allí continué hacia el oriente de todas estas montañas, lejos de ellas, al oriente de la tierra, fui llevado por encima del mar Rojo y me alejé mucho de él, pasé por encima de la oscuridad, lejos de ella; y fui llevado al lado del Paraíso de Justicia, y me fueron mostrados desde lejos árboles en él, árboles numerosos en exceso y grandes, diferentes unos de otros.

Vi allí un árbol que era distinto de todos los demás, muy grande, bello y magnífico, el árbol de la sabiduría, los que comen de su fruto aprenden gran sabiduría. El árbol es tan alto como un abeto, sus hojas se parecen a las del algarrobo y su fruto es como un racimo de uvas, muy bonito; y la fragancia de ese árbol penetra hasta muy lejos.

Y yo dije: "¡Qué hermoso es este árbol y cómo atrae mirarlo!". Remeiel el Vigilante y el santo, que estaba conmigo, me contestó y dijo: "Es el árbol de la sabiduría, del cual comieron tu primer padre y tu primera madre y aprendieron la sabiduría y sus ojos se abrieron y comprendieron que estaban desnudos y fueron expulsados del jardín del Edén".

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