PRIMER LIBRO DE ENOC. CAPÍTULO 101
En este capítulo Enoc reflexiona sobre la conducta y la soberbia de los pecadores, porque no consideran el enorme poder de Dios Todopoderoso, y les invita a abandonar sus malas obras.
Escuchemos a Enoc:
Hijos del cielo observad el cielo y toda la obra del Más Alto,
temblad ante Él y no obréis el mal en su presencia.
Si el cierra las ventana del cielo, e impide a la lluvia y al rocío
caer sobre vosotros, ¿qué haréis?
Si envía contra vosotros su cólera a causa de todas vuestras obras,
no tendréis ocasión de suplicarle si pronunciáis contra su justicia,
palabras soberbias e insolentes, y así no tendréis paz.
¿No veis a los pilotos cuando son agitados sus navíos por las olas, y
sacudidos por los vientos y caen en peligro?
A causa de esto, temen que todas sus magníficas propiedades se vayan
al mar con ellos, y hacen malos presagios: que el mar os devorará y
perecerán allí.
Todo el mar, todas sus aguas y todos sus movimientos, ¿no son acaso
obra del Más Alto? ¿No ha puesto Él su sello sobre toda su acción, y no
lo ha encadenado a la arena?
En su reprimenda está temblando, se seca y todos sus peces mueren,
así como todo lo que contiene, pero vosotros pecadores que estáis
sobre la tierra, no le teméis .
¿Acaso no ha hecho Él el cielo y la tierra, y todo lo que contienen?
¿Quién ha dado la ciencia y la sabiduría, a todos los que se mueven en
la tierra y en el mar?
Los pilotos de los navíos no le temen al mar, y los pecadores no le
temen al Más Alto.
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