LIBRO DE ENOC. CAPÍTULO OCHENTA Y NUEVE. PARTE 2

Esta porción nos va a presentar de esta manera peculiar, lo que ocurrió en el mundo después del diluvio.

Nos dice que los hijos de Noé, el cual uno era un toro negro (Cam), otro rojo (Jafet) y el otro blanco (Sem), engendraron hijos. Y éstos, acá, se nos presentan como animales comunes, y cada uno de ellos con una característica muy especial. Y entre todos estos animales salvajes, que nos muestran claramente a toda la descendencia desaprobada, apareció otro toro blanco, el cual debe referirse a Abraham, dada la mención que hace de su descendencia. 

Dice que de él nacieron dos; uno un asno salvaje y el otro un becerro blanco. Estos deben corresponder a Ismael e Isaac.

Seguidamente, el becerro blanco que es Isaac engendró a un jabalí negro, el cual es Esaú y su color negro se debe a que tiene sangre de los ángeles caídos. 

También tuvo a un carnero blanco, el cual engendró a 12 ovejas. Este carnero blanco es Jacób, quien tuvo 12 hijos varones, que acá son reconocidos como ovejas.

También se menciona, cuando los hijos de Jacob entregaron a José a los lobos, que es Egipto; lugar donde los hijos de Jacob vivieron por más de 400 años, lo cual es mencionado acá.

Egipto oprimió a Israel, al cual consideraba su esclavo. Por órdenes del faraón, decidieron asesinar a los infantes lanzándoles a las aguas; lugar adonde fue a parar Moisés, quien es presentado acá como una oveja.

Nos dice Enoc, que por el clamor de las ovejas Dios mismo descendió, y confió a la primera oveja y a otra que llegó después, la tarea de ayudarlas. 

Su Señor castigó a los lobos (Egipto), y esto dió paz a las ovejas.

Es interesante mostrar, que entre todos los tipos y clases de animales presentados acá, la descendencia de Jacob es considerada oveja. Por ello, en el nuevo testamento se nos presenta a Israel como un rebaño. Por ejmplo en la siguiente lectura: Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos. Entonces Yahshúa les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas.

Pero luego, hablando de los gentiles que habrían de creer en él, igualmente les llamó ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor

Y también Pablo, en una ocasión llamó lobos a los enemigos de los santos: Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos.

 

Hasta acá esta porción.

Escuchemos a Enoc


Empezaron a engendrar bestias salvajes y aves. Hubo una multitud de toda especie: leones, leopardos, perros, lobos, hienas, cerdos salvajes, zorros, ardillas, jabalís, halcones, buitres, gavilanes, águilas y cuervos.

En medio de ellos nació otro toro blanco.

Comenzaron a morderse unos a otros. El toro blanco que había nacido en medio de ellos, engendró un asno salvaje, y también un becerro blanco. El asno salvaje se multiplicó.

El becerro blanco que había sido engendrado por el toro blanco, engendró un jabalí negro, y un carnero blanco. El jabalí engendró muchos jabalíes, y el carnero engendró doce ovejas.

Cuando estas doce ovejas hubieron crecido, le dieron una oveja de entre ellas a los asnos salvajes, pero esos asnos, a su vez, entregaron esa oveja a lobos, y la oveja creció entre los lobos.

El carnero guió a todas las once ovejas, a habitar y pacer con él entre los lobos, y ellas se multiplicaron y se transformaron en un rebaño de numerosas ovejas.

Los lobos empezaron a oprimir al rebaño, hasta hacer perecer a sus pequeños, y comenzaron a arrojar a sus pequeños en una corriente de aguas. 

Entonces las ovejas comenzaron a gritar por sus pequeños, y a lamentarse ante su Señor.

Una oveja que había escapado de los lobos, huyó y fue hasta donde los asnos salvajes. Yo miré mientras el rebaño se quejaba y gritaba terriblemente, hasta que descendió el Señor del rebaño a la voz de las ovejas, desde su alto santuario vino a su lado y las hizo pacer.

Llamó a la oveja que había escapado de los lobos, y le hablo sobre los lobos para que los intimara a no tocar más a las ovejas.

Y esta oveja fue a donde los lobos por orden del Señor, y otra oveja se encontró con ella y fue con ella. Fueron y las dos entraron juntas en la asamblea de los lobos, por orden del Señor, les hablaron y les intimaron para que no tocaran más a las ovejas.

Desde entonces, observé que los lobos oprimieron con más dureza y con todas sus fuerzas a las ovejas, y las ovejas gritaron fuerte.

Y su Señor fue al lado de las ovejas, y se puso a golpear a esos lobos. Y los lobos comenzaron a lamentarse, en cambio las ovejas llegaron a tranquilizase, y desde ahí cesaron de gritar.

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