PRIMER LIBRO DE ENOC | CAPÍTULO SESENTA

Es interesante lo descriptivo que es Enoc, acá en esta porción. El año 500 de Noé nos debe llamar la atención, porque los Sagrados Escritos dicen

Y siendo Noé de quinientos años, engendró a Sem, a Cam y a Jafet

¿Podríamos especular un poco y decir que tal terremoto en los cielos se produjo por el nacimiento de los hijos de Noé? ¿Sería este nacimiento del desagrado de Dios? 

Considerando, que el mundo iba a ser destruido por agua en el diluvio y, que Noé y su familia habían sido seleccionados para ser los únicos sobrevivientes, por lo cual el mundo posdiluviano sería llenado con los que saliesen de los lomos de sus hijos, podría ser que sí.

Porque en los capítulos 106 y 107 dice: 

"Ahora di a Lamec: 'él es tu hijo en verdad y sin mentiras, es tuyo este niño que ha nacido'; que le llame Noé porque será vuestro descanso cuando descanséis en él y será vuestra salvación, porque serán salvados él y sus hijos de la corrupción de la tierra, causada por todos los pecadores y por los impíos de la tierra, que habrá en sus días. (Gn 5:29) "A continuación habrá una injusticia aun mayor que esta que se habrá consumado en sus días. Pues yo conozco los misterios del Señor, que los santos me han contado y me han revelado y que leí en las tablas del cielo. "Yo vi escrito en ellas que generación tras generación obrará el mal de este modo, y habrá maldad hasta que se levanten generaciones de justicia, la impiedad y la maldad terminen y la violencia desaparezca de la tierra y hasta que el bien venga a la tierra sobre ellos.

Luego Enoc nos habla de los grandes monstruos. Uno que reposa en el mar, Leviatán y, el otro, Behemoth,  en la tierra. Uno representando la maldad de los enemigos de Dios y el otro la maldad entre los hombres.

Después Enoc presencia, la maravilla de los eventos naturales y como todos guardan relación con lo celestial y, en ocasiones, los ángeles les representan.

Escuchemos a Enoc

En el decimocuarto día, del séptimo mes, del año quinientos de la vida de Noé, vi que un poderoso temblor sacudió el cielo de los cielos y, las huestes del Más Alto, multitudes de ángeles, miles y miles se veían angustiados por una gran agitación.

La Cabeza de los Días estaba sentado sobre el trono de su gloria y, los ángeles y los justos permanecían a su alrededor. Se apoderó de mí un gran temblor y me sobrecogió el temor: mis entrañas se abrieron, mis riñones se derritieron y caí sobre mi rostro. Entonces Miguel, otro de los ángeles santos, fue enviado para levantarme.

Cuando me levantó mi espíritu retornó, pero yo no era capaz de soportar la visión de estas huestes, de su agitación y de las sacudidas del cielo. Y Miguel me dijo: " "¿Por qué te asusta la visión de estas cosas? Hasta ahora ha sido el tiempo de su misericordia y, Él ha sido misericordioso y lento para la ira, para aquellos que viven sobre la tierra.

"Pero cuando venga el día del poder, del castigo, del juicio que el Señor de los espíritus ha preparado para aquellos que no se inclinan ante la ley de la justicia; para aquellos que rechazan el juicio de la justicia y, para aquellos que toman su NOMBRE en vano, ese día está preparado para los elegidos un pacto, pero para los pecadores castigo.

Ese día se harán salir separados dos monstruos, uno femenino y otro masculino. El monstruo femenino se llama Leviatán y habita en el fondo del mar, sobre la fuente de las aguas.

El monstruo masculino se llama Behemoth, se posa sobre su pecho en un desierto inmenso llamado Duindaín, al oriente del jardín que habitan los elegidos y los justos, donde mi abuelo fue tomado, el séptimo desde Adán, el primer hombre a quien el Señor de los espíritus creó.

Le supliqué a otro ángel que me revelara el poder de esos monstruos, cómo fueron separados en un solo día y arrojados el uno al fondo del mar y el otro al suelo seco del desierto.

Me dijo: "Hijo de hombre, aquí vas a conocer los que es un misterio".

Me habló otro ángel que iba conmigo, que me revelaba lo que estaba oculto, el principio y el fin, en lo alto del cielo y abajo la tierra, en lo profundo, en las extremidades del cielo y en sus cimientos.

Y en los depósitos de los vientos, cómo los vientos son divididos, cómo son pesados y cómo en sus puertas los vientos son registrados de acuerdo con su fuerza; y el poder de la luz de la luna, cómo es el poder que le corresponde; y la diferenciación entre las estrellas de acuerdo con sus nombres y, cómo están subdivididas y clasificadas.

 Y el trueno, en los lugares donde retumba y, toda la distinción que es hecha entre los relámpagos, para que ellos brillen y, entre sus huestes, para que ellas obedezcan rápidamente.

El trueno hace pausa mientras espera su eco. Trueno y relámpago son inseparables. Son unidos por medio del espíritu y no están separados, pues cuando el relámpago resplandece, el trueno hace oír su voz y el espíritu lo aplaca mientras repica, y distribuye por igual entre ambos, pues el depósito de sus ecos, es como arena y a cada uno de ellos sus eco le es retenido con un freno y, devueltos por el poder del espíritu, son impulsados hacia muchas regiones de la tierra.

El espíritu del mar es masculino y vigoroso y, según su fuerza, lo devuelve con un freno y, así es alejado y dispersado entre todas las montañas de la tierra. El espíritu de la helada es su propio ángel y el espíritu del granizo es un buen ángel.

El espíritu de la nieve la deja caer por su propia fuerza, desde sus depósitos. Ella tiene un espíritu especial, que sube de ella como humo y se llama escarcha. El espíritu de la neblina no está unido con ellos en sus depósito, sino que tiene un depósito propio, ya que su ruta es maravillosa, tanto en la luz como en la oscuridad, en invierno como en verano y su mismo depósito es un ángel.

El espíritu del rocío habita en los límites del cielo, pero está conectado con los depósitos de la lluvia. Viaja en invierno o en verano y, su nube y la nube de la neblina, están relacionadas y la una da a la otra.

Cuando el espíritu de la lluvia sale del depósito, los ángeles van, abren el depósito y la dejan salir y, cuando ella se derrama sobre toda la tierra, se une al agua que está sobre la tierra. 

Porque, las aguas son para los que viven sobre la tierra y son un alimento que viene desde el Más Alto que está en el cielo, para la tierra seca. Por eso hay una medida para la lluvia y los ángeles se encargan de ella.

Estas cosas vi en los alrededores del jardín de los justos. Entonces, el ángel de paz que estaba conmigo me dijo: "Esos dos monstruos han sido preparados para el gran día de Dios y son alimentados a fin de que el castigo del Señor de los espíritus no caiga en vano sobre ellos, harán morir los niños con sus madres y los hijos con sus padres y luego tendrá lugar el juicio acorde con su misericordia y su paciencia.

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