PRIMER LIBRO DE ENOC CAPÍTULO CINCUENTA Y SIETE
Este corto capítulo, de sólo 3 versículos muestra un gran alboroto ocurrido en los cielos. Esto sucedió luego que la descendencia maligna, salida como consecuencia de la obra de los ángeles caídos sobre este mundo, fue llevada a su cárcel final, lo cual nos fue contado en el capítulo previo.
En el capítulo
previo; es decir el 56, se nos mostró el momento glorioso cuando los
descendientes de los ángeles caídos, su linaje, fue llevado al encarcelamiento
final y su anulación definitiva, hecho que fue cumplido por sus propios padres.
Un júbilo muy
parecido al que vemos en este capítulo 58 aparece en Revelaciones 19, que es el
momento exacto de la aparición en las nubes del Señor Yahshúa, para levantar a
sus santos que padecieron durante la gran tribulación.
Esta porción
dice: Y los veinticuatro ancianos y
los cuatro seres vivientes se postraron en tierra y adoraron a Dios, que estaba
sentado en el trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya! Y salió del trono una voz que decía: Alabad a
nuestro Dios todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como grandes.
Y oí como la voz de una gran multitud,
como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía:
¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria;
porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de
lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas
de los santos. (Ap.
19:4-8).
Este gozo se ve
complementado por la destrucción de Babilonia, la corrupta, que durante
milenios ha servido a Satanás, en su intención de ocultar a Dios Todopoderoso.
El capítulo 57 nos
dice que un ejército de carros guiados por hombres se deja ver en los cielos y,
nos dice, que estos carros son guiados por los vientos. Estos carros, muy
probablemente, serían los ejércitos del Señor que descienden a la tierra para establecer
el gobierno milenial, momento durante el cual la tierra se derretirá delante
del Señor.
Esto provoca
que sus santos se humillen y reconozcan al Santo de los santos y se postran
delante de él.
Escuchemos a
Enoc:
Capítulo 57
Se escuchaba el ruido de los carros y cuando
ocurrió tal alboroto, los santos notaron que las columnas de la tierra se
movieron de su sitio y el sonido que se produjo se oyó de un extremo al otro
del cielo durante un día.
Y ellos se prosternaron y adoraron al Señor de
los espíritus. Este es el fin de la segunda parábola.
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