PRIMER LIBRO DE ENOC, CAPÍTULOS 26 AL 29

PRIMER LIBRO DE ENOC Y SU PERTINENCIA
CAPÍTULOS VENTISEIS AL VEINTINUEVE.

Enoc continúa siendo llevado por los santos ángeles de la Presencia hacia lugares de extraordinaria belleza, pero, también, de un profundo misterio.

Enoc habla de que fue llevado al centro de la tierra. Presumimos que Enoc se estaría refiriendo a algún lugar de oriente medio, donde posiblemente, tiempo después, sería instalada la ciudad santa.

Visita un lugar al cual él mismo y, lo confirma el ángel santo Sariel, llaman lugar maldito. Se le dice a Enoc, que este sitio ha sido preparado para los que han hablado, palabras malas en contra de DIOS.

Judas, hizo referencia a esto cuando escribió: De estos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares, 15 para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él. (Judas 1:14,15)

El mismo Enoc, en el capítulo 1 de su primer libro, hablando del día de la Segunda Venida, dice: Mirad que Él viene con una multitud de sus santos, para ejecutar el juicio sobre todos y aniquilará a los impíos y castigará a toda carne por todas sus obras impías, las cuales ellos han perversamente cometido y de todas las palabras altaneras y duras que los malvados pecadores han hablado contra Él.

No obstante, en tiempos de la Primera Venida, el Señor Yahshúa hablando en términos de misericordia, anunció que habría perdón para los que dijeran malas palabras en contra del Hijo, pero no de quienes mal hablaran del Espíritu Santo. 

Él dijo: A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero. Mateo 12:32

Y también, De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean; 29 pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno. Marcos 3:28,29

Así que, estos lugares malditos están reservados para aquellos que blasfemen en contra del Santo Espíritu de DIOS

Escuchemos a Enoc

Fui trasladado desde allí hasta el centro de la tierra, y vi un lugar bendito en el cual había árboles, cuyas ramas brotaban permanentemente.

Allí me fue mostrada una montaña santa, y salía agua de debajo de la montaña, desde el oriente y descendiendo hacia el sur.

Y vi al oriente otra montaña, más alta que aquella y, entre ellas, un cañón profundo y angosto por el que corría el agua, que salía de la montaña.

Y al occidente otra montaña, más baja que la anterior, poco elevada, y por debajo, entre las dos, una hondonada profunda y seca, y otra hondonada entre las tres montañas.

Todas eran barrancos profundos, de roca dura y, no había árboles plantados en ellos. Yo me maravillaba de las montañas. y me asombraba de los barrancos, me asombraba demasiado.

Entonces dije: "¿Por qué esta tierra está bendita, y llena de árboles, y en medio están estos barrancos malditos?"

Entonces Sariel, el Vigilante y el santo, que estaba conmigo, me respondió y dijo: "Este barranco maldito es para aquellos que están malditos para siempre; ahí serán reunidos todos los malditos, que con su boca pronuncian palabras indecorosas contra el Señor, y ofenden su Gloria. Ahí serán reunidos y ahí estará el lugar de su juicio.

En los últimos tiempos, se ejecutará sobre ellos en justicia el espectáculo del juicio, en presencia de los justos para siempre. Ahí se manifestará la misericordia, y la bendición del Señor de Gloria, y el Rey Eterno.

El día del juicio sobre los anteriores, ellos le bendecirán por la misericordia que les ha reservado. Entonces yo bendije al Señor de Gloria. Promulgué su Gloria y alabé su grandeza.

Fui desde allí hacia el oriente, en medio de la cordillera del desierto y vi el desierto.

Estaba solitario, y lleno de árboles y plantas. Brotaba agua desde arriba, acometiendo como un río caudaloso, que fluía hacia el noroeste llevando el agua, y el rocío por todos lados.

Desde allí fui a otro lugar en el desierto, y me alejé mucho, hacia el oriente de este sitio.  Allí vi árboles silvestres, que exudaban perfumes de incienso y mirra, y sus frutos son parecidos a las nueces.

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