PRIMER LIBRO DE ENOC. CAPÍTULOS 23, 24 Y 25

 Continúa Enoc conociendo regiones y lugares extraordinarios que nadie jamás ha visto, pero que a él, se le concedió este honor.

Enoc pudo ver las leyes que rigen a los cuerpos celestes que alumbran, conocidas como luminarias. El camino de ellas es trazado por el fuego, que todo lo purifica. Así, en el capítulo 23, Enoc es testigo del cumplimiento de las leyes físicas que rigen al universo, y del desplazamiento de los cuerpos celestes.

Luego, es llevado a conocer siete extraordinarias montañas, en medio de las cuales está una que será el trono donde se sentará el GRAN DIOS CREADOR de todas las cosas. Enoc puede ver el pie de las montañas y el cauce de ríos, que serpentean igual que nuestros pasos fluviales.

Sin embargo, lo más curioso es que el pie de las montañas, y el lugar por donde se marcan las sinuosidades, está apoyado sobre fuego. Es que todo lo que tiene que ver con DIOS, es regido por el fuego, por su capacidad de purificación. El fuego representa a DIOS.

Los árboles aromáticos resaltan en medio de una increíble naturaleza, pero uno de ellos más que los demás. Este podría ser “el árbol de la vida", el cual fue quitado del Edén, cuando Adam pecó.

Este árbol aparece en al capítulo 22 de Revelaciones, y dice: Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. 5 No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos. (Rev 22:1-5)

Escuchemos este extraordinario relato.

Desde allí fui transportado a otro lugar al occidente, en las extremidades de la tierra. Me fue mostrado un fuego que corría sin descanso, y sin interrumpir su carrera ni de día ni de noche, permaneciendo constante, mientras tanto. Yo pregunté diciendo: "¿Qué es esto que no tiene reposo alguno?". Me respondió Ra'u'el: "La función de este fuego que corre hacia el occidente, es guiar a todas las luminarias del cielo.

Y me mostró las montañas. El suelo entre ellas era de fuego ardiente, y llameaba por las noches. Fui hacia allá y vi siete montañas magníficas, diferentes entre sí, y de piedras preciosas y hermosas, y todas eran espléndidas, de apariencia gloriosa y bello aspecto.

Tres por el oriente, apoyadas una contra la otra; y tres por el sur, una bajo la otra; y vi cañadas profundas y sinuosas, ninguna de las cuales se unía a las demás.

 La séptima montaña estaba en medio de todas, superándolas en altura, a la manera de un trono, rodeada por árboles aromáticos,  entre los cuales había un árbol cuyo perfume yo no había olido nunca, y no había perfume similar entre estos, ni entre los demás árboles. Exhala una fragancia superior a cualquiera, y sus hojas, flores y madera no se secan nunca, su fruto es hermoso, y se parece a los dátiles de las palmas.

Entonces dije. ¡Qué árbol tan hermoso!. Es bello a la vista, su follaje gracioso y su fruto tiene un aspecto muy agradable.  Entonces, Miguel, el Vigilante y santo, que estaba conmigo, y que estaba encargado de esos árboles, me contestó.

Él me dijo. Enoc, ¿para qué me preguntas por el perfume de ese árbol y, para qué quieres saber la verdad?".  

Entonces, yo, Enoc, le respondí así: Deseo aprender de todo, pero especialmente acerca de este árbol.

Él, me contestó diciendo. Esta montaña alta que has visto, cuya cima es como el trono de DIOS. Es su trono, donde se sentará el Gran Santo, el Señor de Gloria, el Rey Eterno, cuando descienda a visitar la tierra con bondad.

No se permite que ningún ser de carne toque este árbol aromático, hasta el gran juicio, cuando Él se vengará de todo, y llevará todas las cosas a su consumación para siempre, pero entonces será dado a los justos y a los humildes.

 Su fruto servirá como alimento a los elegidos, y será trasplantado al lugar santo, al templo del Señor, el Rey Eterno.

Entonces ellos se regocijarán, y estarán alegres; entrarán en el lugar santo, y la fragancia penetrará sus huesos; y ellos vivirán una larga vida, tal y como la que sus antepasados vivieron. En sus días no los tocará ningún sufrimiento ni plaga ni tormento ni calamidad.

Entonces bendije al Dios de la Gloria, al Rey Eterno, porque había preparado tales cosas para los humanos, para los justos. Estas cosas Él las ha creado, y ha prometido dárselas.

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