LIBRO DE ENOC. TRANSICIÓN CAPÍTULO 89 AL 90.
Este
capítulo viene a ser una continuación
del relato del sueño de Enoc, que nos tomó varias porciones cuando expusimos el
capítulo 89. En la sección final del capítulo 89 Enoc comenzó a hablar de un grupo de ovejas,
las cuales entendimos que representaban al pueblo judío.
El verso 54 nos da una idea de cuando el pueblo de Israel comenzó a andar en malos caminos, producto de la idolatría que fue introducida cuando Salomón, su rey, se desvió.
Este momento parece haber quedado plasmado cuando dice: Él las abandonó en las manos de los leones y los tigres, de los lobos y las hienas, de los zorros y de todas las bestias salvajes, que comenzaron a despedazar a estas ovejas.
Luego en un giro de la narrativa, Enoc nos dice que el Señor de las ovejas llamó a pastores para que cuidaran a las ovejas y nos dice que los pastores tenían instrucción de hacer perecer a algunas de las ovejas; es decir, destruirlas. Pero estos pastores se excedieron y asesinaron a un número mayor que el que les había sido dado.
Una casa con una torre, que presumimos es o bien el templo o bien la misma Jerusalén, fue abandonada por algunas ovejas y luego destruida, lo cual nos hace creer que se refiere al momento cuando el pueblo judío se apartó de su Dios, por causa de la obra que hicieron los ángeles caídos y su descendencia, que son la generación desaprobada.
Los “pastores irresponsables” debe referirse sin duda a los líderes de la religión judía, la cual fue penetrada por la generación desaprobada, y condujo al pueblo de Israel a desviarse. Por ello las ovejas son ciegas, en el relato de Enoc.
Luego, otras ovejas inician la reconstrucción de la casa con la torre que fue destruida, por lo cual debe estar hablando de Esdras, Josué, Nehemías y Zorobabel cuando Ciro les permitió reconstruir a Jerusalén y su templo.
En este momento, Enoc nos dice que las ovejas estaban siendo destruidas a causa de su ceguera, pero que el Señor de ellas era indiferente.
Así entramos en el capítulo 90, el cual comienza narrando acerca de esta destrucción.
Escuchemos a Enoc quien nos hablará sobre lo relatada en los versos 1 al 11.
Observé
en esta forma hasta que treinta y cinco pastores emprendieron el pastoreo, y
ellos cumplieron estrictamente sus turnos, desde el primero, cada uno las fue
recibiendo en sus manos a fin de apacentarlas, cada pastor en su turno
respectivo.
Después de esto, en una visión vi venir
a todas las aves rapaces del cielo: águilas, buitres, gavilanes y cuervos; las
águilas guiaban a todas esas aves y se pusieron a devorar a estas ovejas, a
picarles los ojos y a devorar sus carnes. Las ovejas gritaron porque su carne estaba
siendo devorada por las aves. Yo miraba y me lamentaba en mi sueño por el
pastor que apacentaba las ovejas.
Observé hasta que esas ovejas fueron
devoradas por las águilas, los gavilanes y los buitres, que no les dejaron
ninguna carne ni piel ni tendones sobre ellas, y no les quedaron más que sus
huesos, hasta que los huesos también cayeron al suelo, y las ovejas llegaron a
ser muy pocas.
Vi cuando veintitrés pastores habían
apacentado, y habían cumplido estrictamente sus turnos, cincuenta y ocho veces.
He aquí que unos corderos nacieron de
esas ovejas blancas, y llegaron a abrir sus ojos y ver y le balaron a las
ovejas y les gritaron, pero no les escucharon lo que decían porque estaban
extremadamente sordas, y demasiado ciegas y cada vez peor.
Vi en la visión, como los cuervos volaban
sobre estos corderos, y agarraban a uno de ellos y despresaban a las ovejas, y
las devoraban.
Observé hasta que retoñaron los cuernos
de estos corderos, y los cuervos se los hacían caer, y vi hasta que allí un
gran cuerno retoño en una de estas ovejas, y sus ojos se abrieron. Ella los miró y le gritó a las ovejas y los
carneros la vieron, y acudieron todos a su lado.
A pesar de esto, todas las águilas,
buitres, cuervos y gavilanes seguían arrebatando a las ovejas, se echaban sobre
ellas y las devoraban. Aun las ovejas permanecían en silencio, pero los carneros
gritaban y se lamentaban.
Luego, estos cuervos lucharon y
batallaron con ella, y quisieron tumbar su cuerno pero no pudieron hacerlo.
Vi hasta que los pastores, las águilas,
los buitres y los gavilanes, vinieron y le gritaron a los cuervos que rompieran
el cuerno de ese carnero, y lucharon y batallaron contra él, y él combatió
contra ellos, y gritó para que acudieran en su ayuda.
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