PRIMER LIBRO DE ENOC. CAPÍTULO OCHENTA Y CINCO.
En este interesante capítulo, Enoc nos muestra un segundo sueño. Por el relato podemos entender, que Dios le mostró lo que había sucedido con Adam, Eva, Caín y Abel.
El primer toro blanco es Adam,
la novilla es Eva, el ternero negro es Caín y el ternero rojo es Abel. Adam sale de la tierra, porque de ella fue formado.
El ternero negro golpeó al rojo, así como Caín golpeó a Abel y le mató. Enoc no pudo ver más al ternero rojo, porque había sido asesinado.
Son interesantes los colores acá presentados. El blanco representa a Dios. Así encontramos que Adam vino de Dios. El negro representa la maldad de Caín, ya que él era hijo de un ángel caído.
El rojo quizá represente el color de la tierra, queriendo decir que Abel no era de la línea santa, pero tampoco del maligno. Ni Caín, ni Abel, son blancos porque no pertenecen a la línea de Dios.
Es notorio que la novilla que es Eva, no tiene color. Luego Enoc ve numerosos bueyes “semejantes a Caín” que le seguían. Es su descendencia, su prole. Son semejantes a él, porque tienen su naturaleza, que no es la de Dios.
Luego la novilla, Eva, busca al ternero rojo que es Abel y como no le encuentra, le llora.
Entonces la novilla pare a otro toro blanco que es Set, quien es a la semejanza de Adam, según los Sagrados Escritos.
Seguidamente, Enoc comienza a ver la descendencia que sale de Set. Son semejantes a él, porque tienen su naturaleza y esta es la de Dios, como testifican los Escritos Sagrados.
Oigamos a Enoc.
Capítulo 85
Después de eso vi otro sueño, y todo ese sueño te lo voy a mostrar, hijo mío.
Enoc levantó la voz y habló a su hijo Matusalén: "A ti quiero hablarte,
hijo mío, escucha mis palabras y pon atención a la visión del sueño de tu
padre.
Antes de tomar a tu madre Edna, vi una visión sobre mi cama, y he ahí que un
toro salía de la tierra y ese toro era blanco. Tras el toro salió una novilla y
con ella dos terneros, uno de los cuales era negro y el otro rojo.
Entonces el ternero negro golpeó al rojo, y le persiguió sobre la tierra, y a
partir de allí no pude ver ese ternero rojo.
Luego, el ternero negro creció y esa novilla se fue con él, y vi salir de él
numerosos bueyes que se le semejaban y le seguían.
Y esa primera novilla se alejó del primer toro, para buscar al ternero rojo,
pero no lo encontró y profirió por él un gran lamento y lo buscó.
Vi que vino el primer toro y la hizo callar, y no volvió a gritar.
Ella parió en seguida otro toro blanco y después de éste, parió numerosos
toros y vacas negros.
Vi en mi sueño crecer a este toro blanco, hasta llegar a ser un gran toro
blanco, del cual salieron numerosos toros blancos, semejantes a él.
Y ellos comenzaron a engendrar numerosos toros blancos, que se les parecían y
se seguían el uno al otro.
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