PRIMER LIBRO DE ENOC. CAPÍTULO OCHENTA Y TRES

Acá Enoc le cuenta a Matusalén una grande visión que, en algún momento, tuvo. Esa visión la cual leeremos seguidamente, parece en su narrativa llena de simbología, corresponder al tiempo cuando el ejército del abismo se desordena, y golpea a la tierra durante 5 meses, con 200 millones de piedras.

Esto, que lo anunció Joel 2 e Isaías 13, fue confirmado por el Señor y recogido por Mateo (24) y Marcos (13). 

Es el tiempo del caos cósmico.

 

Escuchemos a Enoc

Ahora, Matusalén, hijo mío, te manifestaré todas las visiones que he tenido y las recapitularé ante ti.

Tuve dos visiones antes de casarme, la una bastante diferente de la otra: la primera cuando aprendía a escribir y la segunda antes de tomar a tu madre. Tuve una visión terrible y al observarla oré al Señor.

Yo estaba acostado en la casa de mi abuelo Mahalalel, y vi en una visión cómo el cielo colapsaba, se soltaba y caía sobre la tierra.

Cuando cayó sobre la tierra, vi la tierra devorada por un gran abismo, montañas suspendidas sobre montañas, colinas abatidas sobre colinas, y los grandes árboles separados de sus troncos, arrojados y hundidos en el abismo.

Por eso una cayó dentro de mi boca, y alcé mi voz para gritar y dije: "¡La tierra está destruida"!.

Entonces mi abuelo Mahalalel me despertó, pues yo estaba acostado cerca de él y me dijo: "¿Por qué gritas así hijo mío, por qué profieres semejante lamento?".

Le conté toda la visión que había tenido y me dijo: "Así como tú has visto una cosa terrible, hijo mío, ya que es terrible la visión de tu sueño, sobre los misterios de todos los pecados de la tierra, así la tierra está a punto de ser devorada por el abismo y aniquilada por una gran destrucción.

"Ahora, hijo mío, levántate y ruega al Señor de gloria, ya que tú eres fiel, para que para que permanezca un resto sobre la tierra, y que Él no aniquile completamente la tierra.

"Hijo mío, desde el cielo vendrá todo eso sobre la tierra, y sobre la tierra habrá una gran ruina".

Después de que me levanté, oré, imploré y supliqué, y escribí mi oración para las generaciones del mundo; y te mostraré todas estas cosas a ti Matusalén, hijo mío.

Cuando bajé, miré al cielo y vi al sol salir por el oriente, y a la luna ocultarse por el occidente, y a algunas estrellas y a la totalidad de la tierra, y todas las cosas que Él ha creado desde el principio. Entonces bendije al Señor del juicio y lo ensalcé, porque Él hace salir el sol por las ventanas del oriente, de manera que ascienda y brille en la faz del cielo, y vaya y se mantenga por el camino que Él le ha señalado

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