PRIMER LIBRO DE ENOC. CAPÍTULO 40

Ahora Enoc nos va a contar acerca de una visión extraordinaria. El comienzo de esta narrativa es muy parecida a la del capítulo 7 descrita por Juan.

Juan escribió: 

Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos. 

(Apocalipsis 7:9)

Enoc nos habla de una multitud de muy grande magnitud, que es imposible de ser contada. Tal y como le dijo el Señor a Abraham. 

Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a YAHWEH, y le fue contado por justicia. 

(Génesis 15: 5,6). 

Sin duda, esta es la descendencia de Abraham, porque los hijos de Abraham son por el linaje natural, pero también por medio de la fe. 

Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia; y padre de la circuncisión, para los que no solamente son de la circuncisión, sino que también siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes de ser circuncidado

Romanos 4:11-13

Luego nos habla de 4 presencias. Pero es curioso que las llame así, ya que Enoc estuvo con cada uno de ellos, en otras oportunidades. No obstante, parece que acá, en este momento, no las pudo reconocer. Para él, son cuatro presencias.

Y es hermoso que cada una de ellas, tiene una función relacionada con los que han de heredar la salvación.

El Señor Yahshúa nos dijo que hay ángeles que están siempre en la Presencia de DIOS. 

Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos

(Mateo 18.10)

Escuchemos a Enoc

Después de eso, vi miles de miles y miríadas. Vi una multitud innumerable e incalculable, que se sostiene ante el Señor de los espíritus.

Y sobre los cuatro costados del Señor de los espíritus, vi cuatro presencias diferentes de aquellos que no duermen y, aprendí, sus nombres porque el ángel que va conmigo me los dio a conocer, y me mostró todas las cosas ocultas.

Y escuché las voces de esas cuatro presencias, y cómo ellas pronuncian alabanzas ante el Señor de la Gloria.

La primera voz bendice al Señor de los espíritus, por los siglos de los siglos.

A la segunda voz la escuché bendiciendo al Elegido, y a los elegidos que dependen del Señor de los espíritus.

A la tercera voz la oí orar, e interceder por los que viven sobre la tierra, y suplicar en nombre del Señor de los espíritus.

Y escuché la cuarta voz expulsando a los Satánes, e impidiendo que lleguen hasta el Señor de los espíritus, a acusar a quienes viven en la tierra.

Después de eso, pregunté al ángel de paz que iba conmigo, y me mostraba todas las cosas que están ocultas: "¿Quiénes son esas cuatro presencias que he visto, y cuyas palabras he oído y escrito abajo?".

Me dijo: El primero, el misericordioso y muy paciente, es Miguel. El segundo, que está encargado de las enfermedades y de todas las heridas de los hijos de los hombres, es Rafael. El tercero, que está encargado de todos los poderes, es Gabriel y el cuarto, que está encargado de la esperanza de quienes heredarán la vida eterna, es llamado Sariel.

Estos son los cuatro ángeles del Señor de los espíritus, y las cuatro voces que he escuchado esos días.

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