LA RESURRECCIÓN Y EL ARREBATAMIENTO (Parte 1)


Recientemente leía 1 a los Tesalonicenses 4:16,17 y, de pronto, tuve una comprensión diferente de este par de versos. Al introducirme en la investigación comencé a descubrir una serie de elementos, que antes no tenía. 

Es que la mayor parte del tiempo uno solo lee, pero no indaga. La lectura es buena, pero indagar es mucho mejor. Lo que descubrí lo expongo seguidamente.
El texto dice así:

 “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.  Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”.

Leyendo este hermoso y esperanzador texto me di cuenta de algo: La resurrección y el arrebatamiento no necesariamente son eventos inmediatos; es decir que ocurran en el mismo momento. 

Siempre hemos creído, al leer este texto que, cuando los muertos resuciten ascenderán, y  luego los que están vivos se encontrarán con ellos en las nubes, para luego ir a la reunión con el Señor. Pero quizá no sea esto lo que dice el texto. 

Para ello es necesario notar la partícula “luego”, que está al comenzar el verso 14.

 “Luego nosotros los que hayamos quedado…”  

La inmediatez o instantaneidad que le hemos atribuido a este texto, quedaría justificada si en lugar de “epeita” que significa luego, se hubiese usado “kai” que traduce la conjunción “y”. 

Es decir si la acción es instantánea hubiese quedado mejor “los muertos en Cristo resucitarán primero, y nosotros los que vivimos…”  Epeita es un adverbio de tiempo y traduce “luego, después o después de eso”, dando a entender que este evento nunca ocurrirá sin que antes haya sucedido el primero.

Lo que introduce “epeita” es la necesidad de que primero exista la resurrección, para que luego halla un arrebatamiento; o lo que es lo mismo que el arrebatamiento no sucederá sin que antes haya una resurrección. 

Pero esto, a su vez, hace palpable un nuevo tema: La resurrección en sí misma no implica ascenso a las nubes. Para el ascenso requiere del arrebatamiento. En consecuencia los que resuciten deberán esperar el momento del arrebatamiento que, como hemos dicho,  no necesariamente es inmediato. 

Los que están vivos (como dice Pablo) no necesitan resucitar para ascender llegado el momento, pero los que resuciten si deben esperar a que sea el instante del ascenso. Y los versos no dicen que es inmediato; es nuestra interpretación lo que hace que así se entienda.

Sigamos analizando. La palabra “anistemi” traduce lo que, en consecuencia, confirma la posición asumida, de que la resurrección se refiere exclusivamente al acto de despertar de la muerte, que queda resumido en una palabra: “levantarse”. 
Este término no involucra el ascenso a las nubes, sino sólo el salir de la tumba. 

Los muertos en el Mesías volverán del lugar donde han estado desde que durmieron, y tomarán un cuerpo para levantarse. Hasta allí nos alcanza el término  anistémi. 

Esta palabra es usada en Hechos 12:7 en donde Pedro es “levantado” por el ángel. Pablo también la usa en Efesios 5:14; 

“Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, 
Y levántate de los muertos, Y te alumbrará el Mesías”. 

Como queda demostrada acá, la palabra anistemi, sólo da la idea de levantarse de los muertos.

La palabra “Proton” que fue traducida como “primero”, es un adverbio superlativo. Es decir es un caso extremo como, por ejemplo, podría ser la palabra “pequeñísimo”. 
Cuando haya alguien o algo pequeñísimo, significa que nunca habrá uno más pequeño. 

Proton quiere decir primerísimo, con lo cual nos lleva a entender que no habrá otro o ningún acto que vaya primero. Lo que dice proton es que el levantamiento o resurrección de los muertos en Cristo, es el primer evento que sucederá, y el arrebatamiento tendrá que esperar. Aquí cobra mucha importancia la partícula epistemi, que significa más tarde o después.

¿El adverbio proton sería redundante al lado del, también, adverbio de tiempo epístemi? ¿Por qué decir que la resurrección tiene un primerísimo lugar, si más adelante se dirá que el arrebatamiento es después? ¿Por qué habría que decir que el arrebatamiento es después de la resurrección, si eso queda sobrentendido por la construcción gramatical en el griego? ¿Cuándo dice que los muertos en Cristo serán levantados en primerísimo orden, con qué se le compara? ¿Con el arrebatamiento?

La explicación a esto está en unas palabras del Señor Yahshúa. Él dijo: 

“No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación”. 

El Señor está hablando acá de la resurrección, pero añade un tono triste y pesimista sobre ese momento.

Algo parecido a esto escribió Daniel en el capítulo 12 (v.1,2); 

“En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua”. 

Miguel se refiere al arcángel, quien se asume será el que apresará a Satanás, a la bestia, y al falso profeta. Esto sucederá en el final de los tiempos, posterior a o durante  la gran tribulación. Pero notemos que la resurrección que menciona Daniel, es posterior al tiempo de angustia.

Y Pablo dijo: 

Pero esto te confieso, que según el Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas;  teniendo esperanza en Dios, la cual ellos también abrigan, de que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos
(Hechos 24:14,15). 

Pablo coincide con el Señor (es obvio, ¿verdad?) y Daniel en cuanto a que la resurrección es buena y necesaria, pero no asegura plenamente la aprobación. Estos 3 textos aunque aseguran la resurrección, con una sensación un tanto pesimista,  porque dejan ver la posibilidad de ser reprobado.

Pero estos tres versos contrastan con lo dicho por Pablo en 1 Tes 4:16,17 por el carácter optimista de estos versículos. Ellos no hablan de una resurrección de injustos, ni de aquellos que hicieron la malo para pasar a confusión perpetua. Igual sucede con 1 Corintios 15:51,52: 
He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados 

¿Por qué existe un carácter optimista y lleno de alegría en unos versículos, y angustiante en los otros?

La explicación a esto está en el mismo 1 Tes 4:16,17. Allí dice: 

“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo…” 

Acá hay tres cosas: 
1) la voz de mando; 
2) la voz de arcángel y 
3) la trompeta de Dios, 

Y eso es lo que tenemos que considerar. El Señor dijo que todos los que están en los sepulcros oirán su voz. Entonces lo primero que ocurre es “la voz del Señor, y en ese momento se levantarán los muertos. El último evento es la trompeta, que es cuando ocurre el arrebatamiento. 

Entre la voz y la trompeta hay un lapso, que según Daniel corresponde a los tiempos angustiosos.

Apocalipsis 14 habla de estos momentos: El que está sentado en la nube es el Señor, porque dice que tiene semejanza con Hijo de Hombre (14:14) y en ese momento 

“del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura” (v.15). 
Este es el momento de la resurrección de los justos. Luego dice: 

Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada”.

Inmediatamente después se produce la resurrección de los injustos. Asi dice:

 “Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda.  Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y llamó a gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas están maduras” 
(V.17, 18). 

La voz del ángel se escucha dos veces, una para la resurrección de los justos, y otra por los injustos”. Los injustos son representados como uvas, las cuales son pisadas hasta que el líquido rojo (como la sangre), llega hasta el freno de los caballos.

Este texto de Apocalipsis 14 se encuentre precedido de unos versos que hablan, precisamente, del tiempo de angustia. Recordemos a Daniel 12:1,2: 

y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua”. 

Los que despiertan para vida eterna (según Daniel), corresponden al trigo que es segado (de acuerdo a Juan), y los que son despertados para vergüenza y confusión perpetua, son las uvas. Y todo esto en tiempo de angustia.

Apocalipsis 14 dice: 

“Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” 
(Ap. 14:8). 

Este momento del cual está hablando Juan, queda perfectamente definido como el tiempo del Juicio. Es decir que la resurrección, tanto de justos como de injustos, se produce en tiempos de juicio. Aunque la resurrección es para justos e injustos, y será en tiempos angustiosos y de juicio, el tratamiento para el trigo no es el miso que para las uvas. Éstas irán a parar al lagar de la ira de Dios, para ser pisadas.

Pedro menciona este juicio en su primera carta. Debemos tener claro que, para los discípulos de 
Yahshúa, la persecución profetizada ya había llegado. Y Pedro les dice: 
Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese,  sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría 
(1 Pedro 4:12,13). 

Pedro compara los padecimientos, con la Venida del Señor, y dice que no debe ser extraño para los que la están padeciendo. Luego añade: 

“Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados…” Y este texto se puede comparar con las palabras del Señor Jesús en las bienaventuranzas: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo”. 
(Mateo 5:10,11).

Pedro sigue diciendo: 

“…pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?” 

Para Pedro la persecución y problemas que confrontaba la iglesia en aquel momento, era el juicio que quizá el mismo Señor Yahshúa les había anunciado. Y él dice que el juicio comenzará por la casa de Dios, pero también menciona a los que no obedecen al evangelio. Es decir que ambos grupos están al mismo tiempo, y en el mismo momento, pasando por las mismas circunstancias.


... continua en la parte II




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