LIBRO DE ENOC. CAPÍTULO NOVENTA Y CINCO
Enoc muestra grande tristeza por la generación que ignora
al Todopoderoso, y no toma en cuenta sus mandamientos. Esta es la generación
que se originó en los satanes, y que nunca tuvo oídos para escuchar las palabras
del Señor, dadas por sus siervos.
Enoc dice que se angustia por esta generación, al mismo tiempo que muestra su enojo por las ofensas proferidas, y les anuncia que tendrán juicio.
Enoc exhorta a los justos, a no temer a la generación de los pecadores, quienes tienen poder para perseguir y hacer daño, pero que son débiles delante del que todo lo puede. Dice Enoc, que Dios permitirá a los santos juzgar a estos pecadores, que son los poderosos de la tierra.
Luego, como opuesto a bienaventurados, Enoc lanza sus “desgracias”, en contra de los pecadores. Y son desgracias no porque Dios los hubiese llamado a ello, sino porque decidieron, ellos mismos, no aceptar la gracia de Dios.
Escuchemos a Enoc
¡Oh, si mis ojos fueran aguas y yo
pudiera llorar sobre vosotros, extendería mis lágrimas como nubes, y podría
consolar mi angustiado corazón!
¿Quién os ha permitido hacer ofensas y
practicar maldades? El juicio alcanzará a vosotros, pecadores.
No temáis a los pecadores, oh justos,
porque el Soberano del Universo los entregará, de nuevo, en vuestras manos para
que vosotros los juzguéis a gusto.
¡Desgracia para vosotros que lanzáis
anatemas que no se pueden romper, el remedio está lejos de vosotros, a causa de
vuestros pecados!
¡Desgracia para vosotros, que devolvéis
el mal a vuestro prójimo, porque seréis tratados de acuerdo a vuestras obras!
¡Desgracia para vosotros testigos falsos,
y para quienes pesáis el precio de la injusticia, porque pereceréis
repentinamente!
¡Desgracia para vosotros pecadores, que perseguís a los justos, porque vosotros mismos seréis entregados y perseguidos a causa de esa injusticia, y el peso de su yugo caerá sobre vosotros!
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