PRIMER LIBRO DE ENOC | CAPÍTULO SESENTA Y TRES

 

PRIMER LIBRO DE ENOC
CAPÍTULO SESENTA Y TRES

En los capítulos previos hemos visto como los poderosos, los ángeles caídos y su descendencia fueron apresados en medio del gran caos que había en este planeta y vimos como el Ungido de Dios, Su Elegido, se sentó en su trono de Gloria para gobernar con toda autoridad,

En este capítulo, todos los que fueron engañados sobre este mundo, por el encantamento que sobre ellos pusieron los satanes, descubren que el verdaderamente Todopoderoso es el Dios Creador y, que los ángeles caídos les mintieron a ellos y al mundo, haciéndese pasar por dioses.

Es entonces que piden a los ángeles que les encadenan, una tregua y suplican para que les permitan alabar al Dios Verdadero, pero no se lo permiten.

Este momento que describe Enoc acá, nos lo cuentan los Sagrados Escritos de la siguiente manera: Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. (Apocalipsis 19:20)

Escuchemos a Enoc


En esos días los reyes, los poderosos y los que dominan la tierra, suplicarán a los ángeles del castigo a quienes habrán sido entregados, para que les den un poco de descanso y, puedan postrarse ante el Señor de los espíritus, adorarlo y reconocer sus pecados ante Él.

Bendecirán y alabarán al Señor de los espíritus y dirán: "Bendito es el Señor de los espíritus, Señor de reyes, Señor de los poderosos, Señor de los ricos, Señor de gloria, Señor de sabiduría; Sobre todas las cosas secretas es esplendoroso tu poder, de generación en generación y tu gloria por los siglos de los siglos; profundos e innumerables son tus misterios e inconmensurable es tu justicia”.

"Ahora hemos aprendido que debemos alabar y bendecir al Señor de los reyes pues reina sobre todos los reyes".

Y ellos dirán: "Ojalá hubiera descanso para glorificar y dar gracias y confesar nuestra fe ante su gloria.

 

"Ahora suspiramos por un pequeño descanso, pero no lo encontramos, insistimos pero no lo obtenemos; la luz se desvanece ante nosotros y las tinieblas son nuestra morada por los siglos de los siglos.

"Porque ante Él no hemos creído, ni hemos alabado el Nombre del Señor de los espíritus y, en cambio, nuestras esperanzas estuvieron en el cetro de nuestro reinado y en nuestra gloria.

"Así, en el día de nuestro sufrimiento y tribulación Él no nos ha salvado y, no encontramos tregua para confesar que nuestro Señor es veraz en todas su obras y su justicia y, que en su juicio no hace acepción de personas.

"Desaparecemos de su presencia a causa de nuestras obras y todos nuestros pecados han sido contabilizados justamente."

Después ellos se dirán: "Nuestras almas están llenas de riquezas injustas pero ellas no nos preservan de descender en medio del peso de la muerte".

Luego, sus rostros estarán llenos de oscuridad y de vergüenza ante el Hijo del Hombre, serán expulsados de su presencia y la espada permanecerá frente a sus caras.

Entonces dijo el Señor de los espíritus: "Tal es la sentencia y el juicio con respecto a los poderosos, los reyes, los dignatarios y aquellos que dominaron la tierra frente al Señor de los espíritus".

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