PRIMER LIBRO DE ENOC. CAPÍTULO SETENTA Y NUEVE
Con este sencillo capítulo finaliza el viaje esplendoroso, al que ha sido llevado Enoc por el arcángel Uriel, uno de los santos ángeles que acompañan a Dios, y hacen su obra en santa obediencia y disciplina. Hemos sido testigos de cómo Dios dispuso las leyes de los grandes astros, especialmente el sol y la luna, creados para determinar el día y la noche en el planeta tierra. Uriel le mostró a Enoc como son determinadas las leyes de las estaciones, como consecuencia del movimiento de los grandes astros, los cuales salen y entran por diferentes puertas en el cosmos, seis puertas en el oriente y seis en el occidente. También Uriel le mostró a Enoc, como la luna pierde luz a medida que se mueve en el transcurso de un mes, y que cada mes esto se repite invariablemente. Asimismo la luna vuelve a recuperar su brillo. Interesante es también, que la pérdida de luminosidad es calibrada. Así pues concluye Uriel este transitar cósmico, con Enoc. Escuchemos: Hijo mío: ya te he enseñad