EL TIEMPO SUSPENDIDO: LA GRACIA
DANIEL ESTABA INQUIETO
El profeta Daniel teniendo quizá unos 66 años buscó a Dios en oración,
pidiendo respuesta acerca del tiempo anunciado a Jeremías, al final del cual
sería la liberación de Jerusalén de la opresión babilónica. Esto sucedió, como
dice Daniel, en el primer año de Darío el Grande, es decir el 539 a. C.
Daniel rollo en mano, con el contenido de la profecía de Jeremías en él,
leía: Toda esta tierra será puesta en ruinas y espanto, y servirán
estas naciones al rey de babilonia setenta años. Y cuando sean cumplidos los
setenta años, castigaré al rey de babilonia y a aquella nación por su maldad,
he dicho Yahweh…”. (Jeremías 25:11,12) Y además: Y cuando sean cumplidos los
setenta años, castigaré al rey de babilonia y a aquella nación por su maldad,
ha dicho Yahweh…y traeré sobre aquella tierra todas mis palabras que he juzgado
contra ella…profetizado por jeremías contra todas las naciones, porque también
ellas serán sojuzgadas por muchas naciones y grandes reyes, y yo les pagará
conforme a sus hechos, y conforme a las obras de sus manos. (JEREMÍAS
25:12-14).
DANIEL ORA A DIOS Y DIOS RESPONDE
Daniel preguntaba a Dios acerca de este asunto, cuando el ángel Gabriel
vino sobre él y le dijo: Al principio de tus ruegos fue dada la orden,
y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la
orden, y entiende la visión. Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo
y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado,
y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y
la profecía, y ungir al Santo de los santos. Sabe, pues, y entiende, que desde
la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías
Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar
la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos
semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe
que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con
inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra
semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el
sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá
el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se
derrame sobre el desolador.
Daniel preguntaba sobre 70 años, y el ángel le respondió sobre 70 semanas.
Aparentaba haber una confusión en este asunto. Pero realmente no era así. No
había tal confusión, sino que Daniel hablaba en términos muy focalizados, sobre
un asunto de tiempos referidos a un asunto inmediato, pero Dios le respondía en
términos generalizados, globales, eternos.
Daniel quería saber acerca de la terminación del gobierno babilónico sobre
Israel, y Dios le respondió hablando no de la Babilonia circunstancial de su
época, sino de la Babilonia global, que gobierna opresivamente, no sólo a
Israel, sino al mundo entero.
Daniel inquiría acerca de la Babilonia de Nabucodonosor , Ciro y Darío,
pero Dios le respondía acerca de la Babilonia de Roma, del Vaticano, de los
Illuminatis. Es decir de la Babilonia del final de todos los tiempos, justo la
que gobierna al mundo en estos momentos.
LOS LAPSOS
El ángel le dice a Daniel que se necesitan setenta semanas para poner fin a
la prevaricación, al pecado, expiar la iniquidad, traer la justicia perdurable,
sellar la visión y la profecía y ungir al Santo de los santos. Cosas que solo
serán posibles cuando Satanás y sus demonios sean apresados y encarcelados, y
el cuerpo de carne de humillación donde habita la concupiscencia, sea
transformado al cuerpo de la Gloria de Yahshúa. Sólo en ese momento será
solucionado el asunto del pecado. Es decir Dios le habló a Daniel en el futuro
del fin de los tiempos. ¿Cuáles tiempos? ¿Es acaso el fin del mundo, y de la
humanidad? No es el fin del pecado, de la iniquidad, de la maldad.
El ángel le dice a Gabriel que transcurrirán 69 (7 más 62) semanas hasta la
muerte del Mesías Príncipe. Esto es lo que dice el ángel: Y después de
las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí.
Esto nos sugiere construir una línea del tiempo:
El Manual bíblico de Unger y la Biblia de Estudio ubican a Daniel
posiblemente entre el 605 a. C. y el 530 a. C. y el capítulo 9 de Daniel señala
la fecha de la revelación en el año primero de Darío, hijo de Asuero, es decir
en el 539 a. C. El tiempo del profeta Jeremías fue entre el 650-586 a.C estableciéndose entre
Judá, Jerusalén, Babilonia y Egipto. Vivió en la misma época que el profeta
Ezequiel y fue antecesor de Daniel.
La profecía dada a Jeremías, en el capítulo 25, la ubica el libro en el año
cuarto de Joacín, es decir el 604 a. C. Esto quiere decir que entre la profecía
de Jeremías y el momento cuando Daniel busca a Dios han transcurrido 66 años.
Daniel sabe que están cerca de cumplirse los 70 años dichos a Jeremías, y por
eso consulta a Dios, acerca de este asunto.
Pero Dios no le responde por los setenta años, sino por setenta semanas. Si
Daniel quiere saber cuándo será libertado su pueblo, Dios se lo está diciendo,
pero de otra manera.
EL TIEMPO SUSPENDIDO:
Dios le dice a Daniel que setenta semanas se requieren para terminar con el
pecado, pero lo que Daniel quiere saber es cuando su pueblo será liberado de la
opresión de Babilonia. Al momento de la oración de Daniel, Israel estaba bajo
el dominio medo-persa, con Dario el Grande. Este había tomado el poder de Ciro
el Grande, quien a su vez había destronado a Nabucodonosor II, rey de
Babilonia. Tiempo después los medo – persas entregarían el poder a Roma, dado
el avance que el imperio romano había tomado en ele mundo.
El ángel le dio a Gabriel: Sabe, pues, y entiende, que desde la
salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías
Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas. Según los datos
históricos disponibles, el templo fue restaurado en el año 20 del gobierno de
Atrajeres. El libro de Nehemias, capítulo 2: 1 dice: Sucedió en el mes
de Nisán, en el año veinte de Atrajeres, que estando ya el vino delante del
rey, tomé el vino y lo serví al rey. Unger ubica este
acontecimiento en 445/444 a. C.
Las 69 semanas corresponden a 483 años, que descontados de del año 444 nos
lleva al 39 d. C.
EL MESÍAS PRINCIPE:
Yahshúa es conocido como el Mesías, rey de Israel. La historia ubica el
nacimiento de Yahshúa en el año 00, pero al principio no fue así. El Papa
Gregorio, quien dio instrucciones a Dionisio para la elaboración de un
calendario, que resolviera el problema del desfase acumulado, que provocaba que
la Pascua no fuese celebrada en domingo, es el culpable de que un error de 5
años se incorporará al nuevo calendario. Tal error consistió en, por una parte
dejar fuera el año “0”, es decir el primero de todos, y por otra parte omitir
los cuatro años del gobierno del Emperador Augusto.
En consecuencia nuestro calendario, el Gregoriano, debería haber resuelto
este asunto y adicionar estos cinco años faltantes. En consecuencia Yahshúa
hubiese estado muriendo en el año 38/39 de nuestra era. De tal manera que la
profecía coincidía exactamente con la línea del tiempo.
Ahora bien, si la semana 69 quedó varada en el año 39, ¿Por qué no tuvo
continuidad? ¿Qué pasó con la semana 70? El conteo de semanas fue progresivo
desde que el ángel le habló a Daniel, comenzando con la orden de restaurar y
edificar Jerusalén y continuó así hasta la muerte del Mesías Príncipe, pero
allí se detuvo. ¿Por qué?
La semana 70 es la semana final, En ella sucederán los últimos acontecimientos
de esta era. La terminación del pecado, de la maldad solo será posible, como
dijimos anteriormente, cuando el Señor Yahshúa regrese a la tierra, llevándose
previamente a su iglesia para ir al juicio, apresando a Satanás, todos sus
ángeles caídos (demonios) y encerrándoles en el infierno por mil años.
Eso fue lo que le dijo el ángel a Daniel: Setenta semanas están
determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la
prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la
justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los
santos. La estructura de la oración nos conduce a pensar que en la
semana final será cuando todas estas cosas sean logradas.
Prevaricar, según lo define el DRAE, consiste en la falta voluntaria a los
deberes inherentes a un cargo. Se dice que los jueces que dictan una resolución
injusta, faltan por prevaricación. En ese tiempo toda injusticia habrá sido
quitada, el pecado habrá terminado, y la iniquidad abolida. La iniquidad es lo
contrario a la equidad, a la igualdad. El desequilibrio es una forma de pecado.
Por ello Dios traerá la justicia perdurable, Esto ya lo logró en Cristo Yahshúa,
pero es necesario el cumplimiento de la misma, cosa que será posible sólo cuando
el Señor regrese, porque habrá quitado del medio al generador del
desequilibrio, que es Satanás. Esto sucederá al final de la semana 70, la cual
aún no se ha cumplido.
LA SEMANA FINAL DEL TIEMPO DE LA
GRACIA:
La semana 70 es la semana del gobierno del falso profeta. De esa
semana habló Daniel en el verso 27 del capítulo 9. Y por otra semana
confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el
sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá
el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se
derrame sobre el desolador.
En esta semana serán los siete años más terribles que pueda vivir la
humanidad, comenzando con Israel. El hijo de perdición iniciará la semana
manteniendo las costumbres judías vigentes (confirmará el pacto con muchos),
pero luego se volverá contra el pacto santo. Hará lo que Antíoco Epífanes hizo
en su momento, pero aún aumentado. Hará lo que el general y emperador Tito hizo
en su momento, pero aumentado. Antíoco IV Epífanes (215 a. C. - 163 a. C.)
subió al trono tras la muerte de su hermano Seleuco IV Filopátor que gobernó
durante poco tiempo antes que él, hasta que Heliodoro, tesorero suyo, lo mató
por ambición. Según el Libro de los Macabeos, promulgó varias ordenanzas de
tipo religioso: trató de suprimir el culto a Yahveh, prohibió el judaísmo
suspendiendo toda clase de manifestación religiosa, mandó que se comieran
alimentos considerados impuros y trató de establecer el culto a los dioses
griegos.
Tito sitió Jerusalén en el año 70, prohibiendo la entrada de alimentos a la
ciudad. Al poco tiempo el hambre causó una gran desesperación en el pueblo, y
la rebelión fue acabada. Tito destruyó el templo de Jerusalén.
El antiCristo hará lo mismo, sólo que su dominio será mundial, pero su
ataque afinará puntería contra Israel. Hambre, guerras, epidemias, muerte
sucederán en ese tiempo. Cinco mil millones de personas morirán.
Al final de este tiempo el Señor volverá a buscar a los fieles.
Ahora bien, al final de la semana 69 (del kairo profético de Dios dado a
Daniel) los judíos se encontraban en medio de una gran persecución. En Roma
había caído Nerón, y se levantaba Vespasiano como su sucesor, quien también
moriría y dejaría su trono a Tito.
LA CARTA A LOS TESALONICENSES:
La carta a los Tesalonicenses se
escribe precisamente por causa de esta persecución que sufrían los cristianos,
no sólo de Roma sino de su propio pueblo. Los judíos de religión habían
rechazado a Yahshúa, y perseguían a los cristianos (un ejemplo de ello es Saulo
de Tarso), pero a su vez Israel luchaba contra el dominio romano, que había
continuado del medo – persa, y este del babilónico. Los Tesalonicenses creían
que el día del Señor había llegado porque eran perseguidos. Y Pablo les escribe
diciendo que no se apresuren a pensar que el día del Señor está cerca. Les
intima a no creer ningún mensaje que diga que el Señor ya ha llegado a reunirse
con le iglesia. Él les dice que Dios ha de pagar con retribución a los que los
persiguen, pero que Él aún no vendrá. Luego añade que el Señor no vendrá sin
que antes venga la apostasía, la cual será durante el gobierno del hombre de
maldad, el hijo de perdición. El verso 6 dice: Y ahora vosotros sabéis
lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste. El
sujeto objeto de esta frase no está claro. Podría referirse al Señor, o al
antiCristo. Pero realmente esto no importa, aunque tendemos a pensar que habla
de Yahshúa. ¿Por que decimos que no importa? Bueno porque la llegada del
antiCristo marca el retorno del Señor.
Pero sobre esto no me voy a extender ahora. Pablo dice que hay algo (2
Ts 2:6) o alguien (2 Ts 2: 7) que lo retarda. Pablo dijo vosotros
sabéis lo que lo detiene. Lo que lo detiene no podemos sacarlo de este
contexto, sino que tenemos que irnos a la carta a los Romanos.
LA SALVACIÓN DE LOS JUDÍOS:
Los judío no creyeron en Yahshúa, cuando vino. Juan escribe a lo
suyos vino, y los suyos no le recibieron. Ellos prefirieron a
Barrabás, antes que al Señor. Pero él mismo había dicho que él había sido
enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel.(Mateo 15:24) , y dijo
también que el tenía otro rebaño que debía buscar (Juan 10:16). Con la negativa
de los judíos a creer en el Señor, se dejó la puerta abierta para la salvación
de los gentiles.
Pablo dice (Ro 11:5) Así también en este tiempo, ha quedado un
remanente salvo por gracia. ¿Luego añade han tropezado los de
Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su trasgresión vino la
salvación a los gentiles, para provocarles a celos. Esta claro que si
los judíos hubiesen creído en Yahshúa en aquel momento, ellos hubiesen sido
salvos, pero el resto del mundo no. ¿Por qué? Porque eso hubiese dado
continuidad a la semana 70. Es decir, si Israel hubiese creído la semana 70,
hubiese tenido continuidad cronológica, aunque la continuidad profética se ha
mantenido inalterable.
Ahora bien, si la semana 70 hubiese tenido continuidad cronológica, ya
estuviese cumplida, desde el año 70 d. C. y con solo durar 7 años habría
terminado. ¿Tendría esto algo de malo? Claro que sí. El resto de los gentiles
habría quedado fuera. No serían salvos.
La continuidad cronológica hubiese terminado con el plan de salvación, muy anticipadamente porque
el cupo de almas que aún habría de nacer quedaría fuera. Pero Dios no iba a
permitir esto. Por eso los judíos fueron llenado de incredulidad, y esto
también lo hizo Dios.
Esto escribió Pablo: los demás fueron endurecidos. Como está
escrito: Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos que no
oigan, hasta el día de hoy. (Ro 11:7,8) ¿A quién le dio Dios esto? A
los judíos. ¿Para qué? Por amor a los gentiles.
LA PROFECÍA SOBRE ISRAEL:
Lo que hemos dicho anteriormente, acerca de lo cual explicó Pablo, tiene un
fundamento legal. Está sustentado sobre la profecía que se le dio a
Daniel. Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu
santa ciudad. Las 70 semanas son medidas en la continuidad
cronológica, y en la continuidad profética sobre Israel y Jerusalén, y no sobre
el resto del mundo conocido como gentil.
Cualquier elemento externo alterará la continuidad cronológica, pero no la continuidad
profética. Y esto fue lo que sucedió. Si Israel hubiese creído en Yahshúa, en
el año 70, ambas continuidades habrían coincidido y todo hubiera terminado ya.
Pero el problema está en que Dios había previsto que los gentiles fuesen
salvos. Como dijo Pedro: En verdad comprendo que Dios no hace acepción
de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace
justicia. (Hechos 10: 34,35) Y luego en el famoso concilio de
Jerusalén dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis como ya hace algún tiempo
Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y
creyesen. (Hch 15:7) y Pablo dijo sobre el mismo tema: “Pero cuando
agradó a Dios… revelar Su Hijo en mí, para qye yo le predicase entre los
gentiles…” (Gálatas 1: 15,16). Si la semana 70 se debía cumplir sobre
Israel, y la inclusión de los gentiles estaba en el plan de Dios, entonces la
semana 70 debía quedar suspendida en cuanto al cumplimiento cronológico, y
tenía que esperar para su cumplimiento profético.
La semana 70 sería cumplida sobre Israel, lo cual traerá como consecuencia
el retorno de Yahshúa para poder poner fin a la prevaricación, al pecado, a la
iniquidad, es decir a toda injusticia, pero por sobre todo para darle salvación
a Israel.
Esto lo dijo Daniel en el capítulo 12. Daniel habla de la semana 70 en
términos de tiempos de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente
hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo; todos los que se
hallen escritos en el libro. No hay que perder de vista que el ángel
está informando a Daniel acerca de todo lo que tiene que ver con Israel, su
pueblo. Esto porque Daniel preguntó a Dios acerca de lo que pasaría con Israel,
según la profecía dada a Jeremías. Será libertado Israel. Eso era lo que quería
saber Daniel. Él le preguntó a Dios acerca de la libertad que anhelaba Israel
por causa del poder babilónico primero, y medo – persa después (en ese momento
no se contaba el romano)., y Dios le responde que será en ese momento. ¿Cuál
momento? En la semana 70. No en los 70 años de Jeremías, sino en las 70 semanas
de Gabriel (o de Daniel como usted prefiera).
Algo más añade Gabriel: Y muchos de los que duermen en el polvo de
la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y
confusión perpetua. En la información del ángel se incluye la
resurrección. Es decir el ángel le dice a Daniel que en la culminación de la
semana 70 será la resurrección. Y esto es lo que hemos interpretado del
texto: Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa
ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la
iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía,
y ungir al Santo de los santos. Al final de la semana 70 será la
resurrección con lo cual quedará terminado el gobierno de Satanás sobre la
tierra, y será ungido Yahshúa en el gobierno milenial.
En consecuencia, es Israel quien marcará el retorno del Señor Yahshúa.
Retornando a lo sucedido con Israel, que fue cegado para no creer en Yahshúa,
habíamos dicho que esto lo hizo Dios para darle entrada a los gentiles, dado
que si Israel hubiese creído en aquel momento, todo hubiese terminado.
Acá cobra valor lo dicho por Pablo, cuando afirmó que había algo que detenía o
bien el retorno del Señor Yahshúa, o bien la aparición del antiCristo. La causa
de la detención en el tiempo de uno u otro obedeció al plan de salvación. El
retardo cronológico del cumplimiento de la semana setenta se debe a LA GRACÍA
que Dios concedió de que tanto judíos como gentiles fuesen salvos. Sabiendo que
el antiCristo aparecerá en la semana setenta, y que la aparición del Señor es
para poner fin a su gobierno, entonces fue pertinente abrir un compás de
GRACIA, para que todos pudiesen ser salvos.
Pablo dijo: Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente
escogido por gracia. (Ro 11:5), situación esta que aún mantiene retenido el
cumplimiento de la semana 70, por cuanto la gracia vino por medio de Yahshúa y
no de Moisés (Juan 1:17), pero a Moisés aún se le lee en las sinagogas que
todavía mantienen vivo el servicio al estilo del Antiguo Testamento, en todo el
mundo. Yahshúa no es el Mesías para el pueblo de Israel en este momento, y no
lo ha sido nunca en estos más de 2.000 años de historia, lo cual ha impedido
que se cumpla la salvación por gracia en ellos, y de esa manera queda retenido
el cumplimiento de la semana 70.
Esta situación ha permitido que el manto de gracia haya favorecido a quienes
sí lo recibieron, y no lo rechazaron: los gentiles. En los tiempos de la
iglesia original, un grupo de judíos fueron salvos por gracia. Estos son los
apóstoles, y todos los seguidores de Yahshúa, que no le negaron. Pablo los
llama los escogidos. Él dice que estos fueron salvados por gracia, y el resto
fue endurecido: ¿Qué pues, Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado;
pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos?
(Romanos 11:7)
Los “demás” lo constituyen aquellos que no reconocieron a Yahshúa como
Señor. Y aunque damos gracias por aquellos judíos que creyeron, estamos más
agradecidos por los que no creyeron, dado que esto permitió que nosotros los
(que en un tiempo fuimos) gentiles podamos ser salvos.
Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que
cayesen? En ninguna manera; pero por su trasgresión vino la salvación a los gentiles,
para provocarles a celos. Pablo no lo llama caída, sino trasgresión, lo cual
permitió que nosotros fuésemos amparado por lo que en un principio fue para los
judíos. Pablo habló de esto cuando inició su ministerio como evangelista. Al
comienzo él le predicaba a los judíos, pero al recibir el rechazo de éstos, se
volvió a los gentiles: Pero viendo los judíos la muchedumbre, se
llenaron de celos, y rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y
blasfemando. Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A
vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de
Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he
aquí, nos volvemos a los gentiles. Porque así nos ha mandado el Señor,
diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles, a fin
de que seas para salvación hasta lo último de la tierra. (Hechos 13:45-47)
Previamente Dios le había confirmado a Ananías que Pablo había sido escogido,
para llevar el mensaje a los gentiles (Hechos 9:15).
En el escrito de Romanos 11, se deja claro que el mundo fue bendecido por
la negativa de los judíos a creer. En ese instante histórico, hubo una
delegación por negación, acerca de lo que en primera instancia era un bien de
Dios a los judíos. Reconocemos en esto, la supremacía del pueblo judío sobre el
gentil. No hay discusión Israel tiene el amor primero de Dios. Estas
palabras de Pablo confirman esto: Y si su trasgresión es la riqueza del
mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración?
El mundo fue literalmente enriquecido, por la negación de Israel. Defección es
deserción desleal a una causa (definición del World Reference.com). Ciertamente
la “causa” inició en el corazón de Dios, por amor a Israel, pero éstos no
entendieron. Pablo dice que la “plena restauración” de Israel será algo de
mayor significación.
Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo,
¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos? (Romanos 11.15) Yo me pregunto si
Pablo tendría un cabal conocimiento de lo que estaba escribiendo. Quizá
si. Si bien el lapso de espera para el cumplimiento de la semana 70 fue
la negativa de Israel a creer en Yahshúa, su aceptación la ratifica y cumple.
Es decir, al cumplimiento de la semana 70, Israel habrá creído en Yahshúa, y en
ese momento será la resurrección de (“Vida de entre”) los muertos. Acerca de la
salvación por gracia del remanente judío, en los tiempos del fin cuando sea el
cumplimiento de la semana 70, Pablo dice que será santo de la misma manera que lo
fue el primero. Es decir, no habrá ninguna diferencia entre uno y otro. Si
las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es
santa, también lo son las ramas. En este caso Pablo llama primicias
y raiz al grupo original y masa restante y
ramas al grupo que ha de creer durante el fin de los tiempos.
Con relación a los gentiles Pablo les llama olivo silvestre y
resalta la importancia del pueblo judío y de la bendición que Dios les ha dado
cuando dice: has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia
del olivo.
Como hemos dicho, lo que Dios hizo fue poner incredulidad en el pueblo de
Israel (olivo natural), para permitir la salvación de los gentiles (olivo
silvestre), pero al final de los tiempos el olivo natural (Israel) será de
nuevo colocado y verá vida. El Señor dijo, a través de Pablo, que el corazón
duro de los judíos estaría endurecido hasta el final de los tiempos mientras
todos los gentiles entraban. Porque no quiero, hermanos, que ignoréis
este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha
acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud
de los gentiles. Primero que todo hay que resaltar que el endurecimiento de
Israel no es total, no es definitivo. Y lo segundo que debemos mencionar es que
Dios definió una cantidad de gentiles que habrían de ser parte del reino de los
cielos. Hay un número definido, una totalidad, que es precisamente lo que el
versículo llama plenitud.
El Señor Dios también dio un dato excepcional. Él dijo, que la salvación
del remanente de Israel estaría ubicada en la cronología profética, en una
fecha posterior a la salvación de los gentiles. La totalidad de los gentiles
entrará primero que el remanente de Israel. Es decir que para el cumplimiento
de la semana 70 será necesario un lapso de gracia que cubre tanto a los judíos
que creyeron inicialmente, como a los gentiles y a los judíos que han de creer
al final.
EL TIEMPO SUSPENDIDO TERMINA CON LA LLEGADA DE LA SEMANA
70:
Como hemos explicado, el tiempo suspendido es el tiempo de gracia durante
el cual los gentiles entrarán, y luego Israel será salvo, y esto a través de un
remanente. Isaías habló de esto cuando en Isaías 10:21-23 escribió acerca
del tiempo del fin: El remanente volverá, el remanente de Jacob volverá
al Dios fuerte. Porque si tu pueblo, oh Israel, fuere como las arenas del mar,
el remanente de él volverá; la destrucción acordada rebosará justicia. Pues el
Señor, Yahweh de los ejércitos, hará consumación ya determinada en medio de la
tierra.
La consumación determinada sobre la tierra, comprende un lapso que ocupan
los acontecimientos que van entre el sexto y el séptimo sello. Un capítulo
entero (el 24) ocupa Isaías mostrando lo que ha de pasar.
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