EL TIEMPO SUSPENDIDO: LA GRACIA


DANIEL ESTABA INQUIETO
El profeta Daniel teniendo quizá unos 66 años buscó a Dios en oración, pidiendo respuesta acerca del tiempo anunciado a Jeremías, al final del cual sería la liberación de Jerusalén de la opresión babilónica. Esto sucedió, como dice Daniel, en el primer año de Darío el Grande, es decir el 539 a. C. 
Daniel rollo en mano, con el contenido de la profecía de Jeremías en él, leía: Toda esta tierra será puesta en ruinas y espanto, y servirán estas naciones al rey de babilonia setenta años. Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de babilonia y a aquella nación por su maldad, he dicho Yahweh…”. (Jeremías 25:11,12) Y además: Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho Yahweh…y traeré sobre aquella tierra todas mis palabras que he juzgado contra ella…profetizado por jeremías contra todas las naciones, porque también ellas serán sojuzgadas por muchas naciones y grandes reyes, y yo les pagará conforme a sus hechos, y conforme a las obras de sus manos. (JEREMÍAS 25:12-14).  

DANIEL ORA A DIOS Y DIOS RESPONDE
Daniel preguntaba a Dios acerca de este asunto, cuando el ángel Gabriel vino sobre él y le dijo: Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión. Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.
Daniel preguntaba sobre 70 años, y el ángel le respondió sobre 70 semanas. Aparentaba haber una confusión en este asunto. Pero realmente no era así. No había tal confusión, sino que Daniel hablaba en términos muy focalizados, sobre un asunto de tiempos referidos a un asunto inmediato, pero Dios le respondía en términos generalizados, globales, eternos.
Daniel quería saber acerca de la terminación del gobierno babilónico sobre Israel, y Dios le respondió hablando no de la Babilonia circunstancial de su época, sino de la Babilonia global, que gobierna opresivamente, no sólo a Israel, sino al mundo entero.
Daniel inquiría acerca de la Babilonia de Nabucodonosor , Ciro y Darío, pero Dios le respondía acerca de la Babilonia de Roma, del Vaticano, de los Illuminatis. Es decir de la Babilonia del final de todos los tiempos, justo la que gobierna al mundo en estos momentos.

LOS LAPSOS


El ángel le dice a Daniel que se necesitan setenta semanas para poner fin a la prevaricación, al pecado, expiar la iniquidad, traer la justicia perdurable, sellar la visión y la profecía y ungir al Santo de los santos. Cosas que solo serán posibles cuando Satanás y sus demonios sean apresados y encarcelados, y el cuerpo de carne de humillación donde habita la concupiscencia, sea  transformado al cuerpo de la Gloria de Yahshúa. Sólo en ese momento será solucionado el asunto del pecado. Es decir Dios le habló a Daniel en el futuro del fin de los tiempos. ¿Cuáles tiempos? ¿Es acaso el fin del mundo, y de la humanidad? No es el fin del pecado, de la iniquidad, de la maldad.
El ángel le dice a Gabriel que transcurrirán 69 (7 más 62) semanas hasta la muerte del Mesías Príncipe. Esto es lo que dice el ángel: Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí. 

Esto nos sugiere construir una línea del tiempo:



El Manual bíblico de Unger y la Biblia de Estudio ubican a Daniel posiblemente entre el 605 a. C. y el 530 a. C. y el capítulo 9 de Daniel señala la fecha de la revelación en el año primero de Darío, hijo de Asuero, es decir en el 539 a. C.  El tiempo del profeta Jeremías fue entre el 650-586 a.C estableciéndose entre Judá, Jerusalén, Babilonia y Egipto. Vivió en la misma época que el profeta Ezequiel y fue antecesor de Daniel.
La profecía dada a Jeremías, en el capítulo 25, la ubica el libro en el año cuarto de Joacín, es decir el 604 a. C. Esto quiere decir que entre la profecía de Jeremías y el momento cuando Daniel busca a Dios han transcurrido 66 años. Daniel sabe que están cerca de cumplirse los 70 años dichos a Jeremías, y por eso consulta a Dios, acerca de este asunto.

Pero Dios no le responde por los setenta años, sino por setenta semanas. Si Daniel quiere saber cuándo será libertado su pueblo, Dios se lo está diciendo, pero de otra manera.

EL TIEMPO SUSPENDIDO:
Dios le dice a Daniel que setenta semanas se requieren para terminar con el pecado, pero lo que Daniel quiere saber es cuando su pueblo será liberado de la opresión de Babilonia. Al momento de la oración de Daniel, Israel estaba bajo el dominio medo-persa, con Dario el Grande. Este había tomado el poder de Ciro el Grande, quien a su vez había destronado a Nabucodonosor II, rey de Babilonia. Tiempo después los medo – persas entregarían el poder a Roma, dado el avance que el imperio romano había tomado en ele mundo.
El ángel le dio a Gabriel: Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas. Según los datos históricos disponibles, el templo fue restaurado en el año 20 del gobierno de Atrajeres. El libro de Nehemias, capítulo 2: 1 dice: Sucedió en el mes de Nisán, en el año veinte de Atrajeres, que estando ya el vino delante del rey, tomé el vino y lo serví al rey.  Unger ubica este acontecimiento en 445/444 a. C.
Las 69 semanas corresponden a 483 años, que descontados de del año 444 nos lleva al 39 d. C.

EL MESÍAS PRINCIPE:

Yahshúa es conocido como el Mesías, rey de Israel. La historia ubica el nacimiento de Yahshúa en el año 00, pero al principio no fue así. El Papa Gregorio, quien dio instrucciones a Dionisio para la elaboración de un calendario, que resolviera el problema del desfase acumulado, que provocaba que la Pascua no fuese celebrada en domingo, es el culpable de que un error de 5 años se incorporará al nuevo calendario. Tal error consistió en, por una parte dejar fuera el año “0”, es decir el primero de todos, y por otra parte omitir los cuatro años del gobierno del Emperador Augusto. 
En consecuencia nuestro calendario, el Gregoriano, debería haber resuelto este asunto y adicionar estos cinco años faltantes. En consecuencia Yahshúa hubiese estado muriendo en el año 38/39 de nuestra era. De tal manera que la profecía coincidía exactamente con la línea del tiempo.

Ahora bien, si la semana 69 quedó varada en el año 39, ¿Por qué no tuvo continuidad? ¿Qué pasó con la semana 70? El conteo de semanas fue progresivo desde que el ángel le habló a Daniel, comenzando con la orden de restaurar y edificar Jerusalén y continuó así hasta la muerte del Mesías Príncipe, pero allí se detuvo. ¿Por qué?
La semana 70 es la semana final, En ella sucederán los últimos acontecimientos de esta era. La terminación del pecado, de la maldad solo será posible, como dijimos anteriormente, cuando el Señor Yahshúa regrese a la tierra, llevándose previamente a su iglesia para ir al juicio, apresando a Satanás, todos sus ángeles caídos (demonios) y encerrándoles en el infierno por mil años. 

Eso fue lo que le dijo el ángel a Daniel: Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. La estructura de la oración nos conduce a pensar que en la semana final será cuando todas estas cosas sean logradas.

Prevaricar, según lo define el DRAE, consiste en la falta voluntaria a los deberes inherentes a un cargo. Se dice que los jueces que dictan una resolución injusta, faltan por prevaricación. En ese tiempo toda injusticia habrá sido quitada, el pecado habrá terminado, y la iniquidad abolida. La iniquidad es lo contrario a la equidad, a la igualdad. El desequilibrio es una forma de pecado. Por ello Dios traerá la justicia perdurable, Esto ya lo logró en Cristo Yahshúa, pero es necesario el cumplimiento de la misma, cosa que será posible sólo cuando el Señor regrese, porque habrá quitado del medio al generador del desequilibrio, que es Satanás. Esto sucederá al final de la semana 70, la cual aún no se ha cumplido.

LA SEMANA FINAL DEL TIEMPO DE LA GRACIA:  

La semana 70 es la semana del gobierno del falso profeta. De esa semana habló Daniel en el verso 27 del capítulo 9. Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador. 

En esta semana serán los siete años más terribles que pueda vivir la humanidad, comenzando con Israel. El hijo de perdición iniciará la semana manteniendo las costumbres judías vigentes (confirmará el pacto con muchos), pero luego se volverá contra el pacto santo. Hará lo que Antíoco Epífanes hizo en su momento, pero aún aumentado. Hará lo que el general y emperador Tito hizo en su momento, pero aumentado. Antíoco IV Epífanes (215 a. C. - 163 a. C.) subió al trono tras la muerte de su hermano Seleuco IV Filopátor que gobernó durante poco tiempo antes que él, hasta que Heliodoro, tesorero suyo, lo mató por ambición. Según el Libro de los Macabeos, promulgó varias ordenanzas de tipo religioso: trató de suprimir el culto a Yahveh, prohibió el judaísmo suspendiendo toda clase de manifestación religiosa, mandó que se comieran alimentos considerados impuros y trató de establecer el culto a los dioses griegos.
Tito sitió Jerusalén en el año 70, prohibiendo la entrada de alimentos a la ciudad. Al poco tiempo el hambre causó una gran desesperación en el pueblo, y la rebelión fue acabada. Tito destruyó el templo de Jerusalén.
El antiCristo hará lo mismo, sólo que su dominio será mundial, pero su ataque afinará puntería contra Israel. Hambre, guerras, epidemias, muerte sucederán en ese tiempo. Cinco mil millones de personas morirán.
Al final de este tiempo el Señor volverá a buscar a los fieles.
Ahora bien, al final de la semana 69 (del kairo profético de Dios dado a Daniel) los judíos se encontraban en medio de una gran persecución. En Roma había caído Nerón, y se levantaba Vespasiano como su sucesor, quien también moriría y dejaría su trono a Tito.

LA CARTA A LOS TESALONICENSES:

 La carta a los Tesalonicenses se escribe precisamente por causa de esta persecución que sufrían los cristianos, no sólo de Roma sino de su propio pueblo. Los judíos de religión habían rechazado a Yahshúa, y perseguían a los cristianos (un ejemplo de ello es Saulo de Tarso), pero a su vez Israel luchaba contra el dominio romano, que había continuado del medo – persa, y este del babilónico. Los Tesalonicenses creían que el día del Señor había llegado porque eran perseguidos. Y Pablo les escribe diciendo que no se apresuren a pensar que el día del Señor está cerca. Les intima a no creer ningún mensaje que diga que el Señor ya ha llegado a reunirse con le iglesia. Él les dice que Dios ha de pagar con retribución a los que los persiguen, pero que Él aún no vendrá. Luego añade que el Señor no vendrá sin que antes venga la apostasía, la cual será durante el gobierno del hombre de maldad, el hijo de perdición. El verso 6 dice: Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste. El sujeto objeto de esta frase no está claro. Podría referirse al Señor, o al antiCristo. Pero realmente esto no importa, aunque tendemos a pensar que habla de Yahshúa. ¿Por que decimos que no importa? Bueno porque la llegada del antiCristo marca el retorno del Señor.

Pero sobre esto no me voy a extender ahora. Pablo dice que hay algo (2 Ts 2:6) o alguien (2 Ts 2: 7) que lo retarda. Pablo dijo vosotros sabéis lo que lo detiene. Lo que lo detiene no podemos sacarlo de este contexto, sino que tenemos que irnos a la carta a los Romanos.

LA SALVACIÓN DE LOS JUDÍOS:

Los judío no creyeron en Yahshúa, cuando vino. Juan escribe a lo suyos vino, y los suyos no le recibieron. Ellos prefirieron a Barrabás, antes que al Señor. Pero él mismo había dicho que él había sido enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel.(Mateo 15:24) , y dijo también que el tenía otro rebaño que debía buscar (Juan 10:16). Con la negativa de los judíos a creer en el Señor, se dejó la puerta abierta para la salvación de los gentiles.

Pablo dice (Ro 11:5) Así también en este tiempo, ha quedado un remanente salvo por gracia. ¿Luego añade han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su trasgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos. Esta claro que si los judíos hubiesen creído en Yahshúa en aquel momento, ellos hubiesen sido salvos, pero el resto del mundo no. ¿Por qué? Porque eso hubiese dado continuidad a la semana 70. Es decir, si Israel hubiese creído la semana 70, hubiese tenido continuidad cronológica, aunque la continuidad profética se ha mantenido inalterable.

Ahora bien, si la semana 70 hubiese tenido continuidad cronológica, ya estuviese cumplida, desde el año 70 d. C. y con solo durar 7 años habría terminado. ¿Tendría esto algo de malo? Claro que sí. El resto de los gentiles habría quedado fuera. No serían salvos.
La continuidad cronológica hubiese terminado con el plan de salvación, muy anticipadamente porque el cupo de almas que aún habría de nacer quedaría fuera. Pero Dios no iba a permitir esto. Por eso los judíos fueron llenado de incredulidad, y esto también lo hizo Dios.
Esto escribió Pablo: los demás fueron endurecidos. Como está escrito: Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos que no oigan, hasta el día de hoy. (Ro 11:7,8) ¿A quién le dio Dios esto? A los judíos. ¿Para qué? Por amor a los gentiles.

LA PROFECÍA SOBRE ISRAEL:

Lo que hemos dicho anteriormente, acerca de lo cual explicó Pablo, tiene un fundamento legal. Está sustentado sobre la profecía que se le dio a Daniel. Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad. Las 70 semanas son medidas en la continuidad cronológica, y en la continuidad profética sobre Israel y Jerusalén, y no sobre el resto del mundo conocido como gentil.
Cualquier elemento externo alterará la continuidad cronológica, pero no la continuidad profética. Y esto fue lo que sucedió. Si Israel hubiese creído en Yahshúa, en el año 70, ambas continuidades habrían coincidido y todo hubiera terminado ya. Pero el problema está en que Dios había previsto que los gentiles fuesen salvos. Como dijo Pedro: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia. (Hechos 10: 34,35) Y luego en el famoso concilio de Jerusalén dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis como ya hace algún tiempo Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. (Hch 15:7) y Pablo dijo sobre el mismo tema: “Pero cuando agradó a Dios… revelar Su Hijo en mí, para qye yo le predicase entre los gentiles…” (Gálatas 1: 15,16). Si la semana 70 se debía cumplir sobre Israel, y la inclusión de los gentiles estaba en el plan de Dios, entonces la semana 70 debía quedar suspendida en cuanto al cumplimiento cronológico, y tenía que esperar para su cumplimiento profético.
La semana 70 sería cumplida sobre Israel, lo cual traerá como consecuencia el retorno de Yahshúa para poder poner fin a la prevaricación, al pecado, a la iniquidad, es decir a toda injusticia, pero por sobre todo para darle salvación a Israel.
Esto lo dijo Daniel en el capítulo 12. Daniel habla de la semana 70 en términos de tiempos de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo; todos los que se hallen escritos en el libro. No hay que perder de vista que el ángel está informando a Daniel acerca de todo lo que tiene que ver con Israel, su pueblo. Esto porque Daniel preguntó a Dios acerca de lo que pasaría con Israel, según la profecía dada a Jeremías. Será libertado Israel. Eso era lo que quería saber Daniel. Él le preguntó a Dios acerca de la libertad que anhelaba Israel por causa del poder babilónico primero, y medo – persa después (en ese momento no se contaba el romano)., y Dios le responde que será en ese momento. ¿Cuál momento? En la semana 70. No en los 70 años de Jeremías, sino en las 70 semanas de Gabriel (o de Daniel como usted prefiera).
Algo más añade Gabriel: Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. En la información del ángel se incluye la resurrección. Es decir el ángel le dice a Daniel que en la culminación de la semana 70 será la resurrección. Y esto es lo que hemos interpretado del texto: Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. Al final de la semana 70 será la resurrección con lo cual quedará terminado el gobierno de Satanás sobre la tierra, y será ungido Yahshúa en el gobierno milenial.
En consecuencia, es Israel quien marcará el retorno del Señor Yahshúa.

Retornando a lo sucedido con Israel, que fue cegado para no creer en Yahshúa, habíamos dicho que esto lo hizo Dios para darle entrada a los gentiles, dado que si Israel hubiese creído en aquel momento, todo hubiese terminado.  Acá cobra valor lo dicho por Pablo, cuando afirmó que había algo que detenía o bien el retorno del Señor Yahshúa, o bien la aparición del antiCristo. La causa de la detención en el tiempo de uno u otro obedeció al plan de salvación. El retardo cronológico del cumplimiento de la semana setenta se debe a LA GRACÍA que Dios concedió de que tanto judíos como gentiles fuesen salvos. Sabiendo que el antiCristo aparecerá en la semana setenta, y que la aparición del Señor es para poner fin a su gobierno, entonces fue pertinente abrir un compás de GRACIA, para que todos pudiesen ser salvos.
Pablo dijo: Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia. (Ro 11:5), situación esta que aún mantiene retenido el cumplimiento de la semana 70, por cuanto la gracia vino por medio de Yahshúa y no de Moisés (Juan 1:17), pero a Moisés aún se le lee en las sinagogas que todavía mantienen vivo el servicio al estilo del Antiguo Testamento, en todo el mundo. Yahshúa no es el Mesías para el pueblo de Israel en este momento, y no lo ha sido nunca en estos más de 2.000 años de historia, lo cual ha impedido que se cumpla la salvación por gracia en ellos, y de esa manera queda retenido el cumplimiento de la semana 70.

Esta situación ha permitido que el manto de gracia haya favorecido a quienes sí lo recibieron, y no lo rechazaron: los gentiles. En los tiempos de la iglesia original, un grupo de judíos fueron salvos por gracia. Estos son los apóstoles, y todos los seguidores de Yahshúa, que no le negaron. Pablo los llama los escogidos. Él dice que estos fueron salvados por gracia, y el resto fue endurecido: ¿Qué pues, Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos? (Romanos 11:7)

Los “demás” lo constituyen aquellos que no reconocieron a Yahshúa como Señor. Y aunque damos gracias por aquellos judíos que creyeron, estamos más agradecidos por los que no creyeron, dado que esto permitió que nosotros los (que en un tiempo fuimos) gentiles podamos ser salvos.
Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su trasgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos. Pablo no lo llama caída, sino trasgresión, lo cual permitió que nosotros fuésemos amparado por lo que en un principio fue para los judíos. Pablo habló de esto cuando inició su ministerio como evangelista. Al comienzo él le predicaba a los judíos, pero al recibir el rechazo de éstos, se volvió a los gentiles: Pero viendo los judíos la muchedumbre, se llenaron de celos, y rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando.  Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo:     Te he puesto para luz de los gentiles, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra. (Hechos 13:45-47) Previamente Dios le había confirmado a Ananías que Pablo había sido escogido, para llevar el mensaje a los gentiles (Hechos 9:15).

En el escrito de Romanos 11, se deja claro que el mundo fue bendecido por la negativa de los judíos a creer. En ese instante histórico, hubo una delegación por negación, acerca de lo que en primera instancia era un bien de Dios a los judíos. Reconocemos en esto, la supremacía del pueblo judío sobre el gentil.  No hay discusión Israel tiene el amor primero de Dios. Estas palabras de Pablo confirman esto: Y si su trasgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración? El mundo fue literalmente enriquecido, por la negación de Israel. Defección es deserción desleal a una causa (definición del World Reference.com). Ciertamente la “causa” inició en el corazón de Dios, por amor a Israel, pero éstos no entendieron. Pablo dice que la “plena restauración” de Israel será algo de mayor significación.

Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos? (Romanos 11.15) Yo me pregunto si Pablo tendría un cabal conocimiento de lo que estaba escribiendo. Quizá si.  Si bien el lapso de espera para el cumplimiento de la semana 70 fue la negativa de Israel a creer en Yahshúa, su aceptación la ratifica y cumple. Es decir, al cumplimiento de la semana 70, Israel habrá creído en Yahshúa, y en ese momento será la resurrección de (“Vida de entre”) los muertos. Acerca de la salvación por gracia del remanente judío, en los tiempos del fin cuando sea el cumplimiento de la semana 70, Pablo dice que será santo de la misma manera que lo fue el primero. Es decir, no habrá ninguna diferencia entre uno y otro. Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas. En este caso Pablo llama primicias y raiz al grupo original y masa restante y ramas al grupo que ha de creer durante el fin de los tiempos.
Con relación a los gentiles Pablo les llama olivo silvestre y resalta la importancia del pueblo judío y de la bendición que Dios les ha dado cuando dice: has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo.

Como hemos dicho, lo que Dios hizo fue poner incredulidad en el pueblo de Israel (olivo natural), para permitir la salvación de los gentiles (olivo silvestre), pero al final de los tiempos el olivo natural (Israel) será de nuevo colocado y verá vida. El Señor dijo, a través de Pablo, que el corazón duro de los judíos estaría endurecido hasta el final de los tiempos mientras todos los gentiles entraban. Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles. Primero que todo hay que resaltar que el endurecimiento de Israel no es total, no es definitivo. Y lo segundo que debemos mencionar es que Dios definió una cantidad de gentiles que habrían de ser parte del reino de los cielos. Hay un número definido, una totalidad, que es precisamente lo que el versículo llama plenitud.   

El Señor Dios también dio un dato excepcional. Él dijo, que la salvación del remanente de Israel estaría ubicada en la cronología profética, en una fecha posterior a la salvación de los gentiles. La totalidad de los gentiles entrará primero que el remanente de Israel. Es decir que para el cumplimiento de la semana 70 será necesario un lapso de gracia que cubre tanto a los judíos que creyeron inicialmente, como a los gentiles y a los judíos que han de creer al final.


EL TIEMPO SUSPENDIDO TERMINA CON LA LLEGADA DE LA SEMANA 70:
Como hemos explicado, el tiempo suspendido es el tiempo de gracia durante el cual los gentiles entrarán, y luego Israel será salvo, y esto a través de un remanente. Isaías habló de esto cuando en  Isaías 10:21-23 escribió acerca del tiempo del fin: El remanente volverá, el remanente de Jacob volverá al Dios fuerte. Porque si tu pueblo, oh Israel, fuere como las arenas del mar, el remanente de él volverá; la destrucción acordada rebosará justicia. Pues el Señor, Yahweh de los ejércitos, hará consumación ya determinada en medio de la tierra.
La consumación determinada sobre la tierra, comprende un lapso que ocupan los acontecimientos que van entre el sexto y el séptimo sello. Un capítulo entero (el 24) ocupa Isaías mostrando lo que ha de pasar.

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