¿POR QUÉ RENUNCIA EL PAPA?


Sin duda alguna es un asunto de interés mundial, dada la enorme influencia que la iglesia romana tiene sobre la humanidad. Pero, sin duda, no es común que un Papa renuncie. Generalmente llega un Papa nuevo, cuando el anterior está muerto.
Por ello es inevitable la pregunta: ¿por qué renuncia el Papa?

El Vaticano no es cualquier país, y el Papa no es un gobernante más. Desde el siglo tercero de la era cristiana, el papado ha logrado presencia en el mundo, al punto de ser una forma dual de gobierno: religioso y político.  Y el papado hubo logrado, en el pasado de una forma más imponente, una enorme influencia en los gobiernos, siendo el Papa recibido, adonde quiera que vaya, con honores de jefe de estado. Sin duda que el Papa es el hombre religioso con mayor poder político del orbe.

Quien más uso hizo de esta prebenda fue Karol Józef Wojtyła, mejor conocido como Juan Pablo II, quien realizó 104 viajes fuera de Italia, visitando a 129 naciones, en sus 27 años de pontificado. Murió el 2 de abril de 2005, después de luchar contra una larga enfermedad. El legado político de Karol  Wojtyła le encumbra como un “luchador” en contra del expansionismo del marxismo - comunismo en el mundo, especialmente en iberoamérica.
No obstante jugó un importante papel en el fortalecimiento del ecumenismo religioso, fomentando las relaciones con el judaísmo, el Islam, la Iglesia ortodoxa oriental, y la Comunión Anglicana, y aunque no se le vio reunido con la iglesia evangélica, sin embargo fue permanentemente visitado por sus representantes.

Joseph Aloisius Ratzinger, Benedictus PP. XVI, no tuvo tanta energía para una actividad similar como la de Juan Pablo II. Su papado apenas alcanzó a 7 años y unos 10 meses (19 de abril de 2005 – 28 de febrero de 2013) y en total realizó 24 viajes, visitando unos 20 países. Fue soldado de las milicias hitlerianas, entre abril de 1943 y septiembre de 1944, aunque ya manifestaba sus deseos de ser cura. Benedicto XVI no dejó entrever una postura política muy clara, aunque se presume como es obvio, que fuese anticomunista. Tampoco lideró a la iglesia católica hacia un ecumenismo marcado, que reuniese en una sola a todas las iglesias del mundo. Este carácter pasivo de Joseph Ratzinger pudo haberle costado el puesto. La edad, casi 86 años (16 de abril de 1927), influyó.

¿Pudo Benedicto XVI haber renunciado por la influencia de los cardenales, más jóvenes que él, y con una visión más holística del gobierno, la política, la religión y la sociedad? El cuerpo asesor del Papa es el colegio cardenalicio, institución que está formada por más de 200 cardenales (Para marzo de 2012 eran 212 cardenales, 124 electores y 88 no electores), lo cuales son sus más cercanos e influyentes consejeros. El colegio cardenalicio actualmente está presidido por el cardenal Angelo Sodano, contemporáneo con Ratzinger (7 meses menor que él), quien con toda seguridad no será “papable”, para esta próxima reunión del conclave. 
El nuevo Papa deberá ser un hombre en cierto sentido joven, es decir no mayor de 65 años, preferiblemente menor de 60 años, quien haya sido formado o tenga en sí mismo, ideas ajustadas a un mundo cada día más globalizado, favorable a la eliminación de la diversidad  y con una clara tendencia a la unicidad que ciertamente favorezca la idea de la nueva era. Ratzinger no encajaba en este prototipo.
Liderar a la iglesia católica hacia un mundo ecuménico debe ser el norte del nuevo Papa, lo cual necesariamente tiene que pasar por la necesidad de abrir camino, al nuevo gobernante del mundo, quien con toda seguridad será de hecho o de derecho alguien con antecedentes jesuitas. No olvidemos que los jesuitas son quienes dirigen las oficinas vaticanas, y que el Papá los tiene como asesores inmediatos. Sin duda los cardenales cercanos al Papa son jesuitas, y están adoctrinados de esa manera. 
Este año 2013 es determinante en las acciones que tiendan hacia un nuevo orden mundial, y en ello el Vaticano es el organizador. El Papa renuncia porque es necesario darle más vigor al papado e influir en los gobiernos del mundo, de primera mano. El Papa como líder del establecimiento de un nuevo orden mundial, debe tener el vigor para viajar y consolidar el propósito. No es casualidad que el Papa renuncia, con fecha efectiva a ser cumplida, dos meses después de la entrada de la nueva era esotérica (21 de diciembre – 28 de febrero). No es que creamos que esto tiene algún efecto sobre las cosas naturales, pero sí creemos que el gobierno a escondidas, el que es dirigido desde las oficinas del Vaticano por Illuminatis y masones, está listo para comenzar a consolidar sus propósitos antiguos, bajo el marco de una nueva era, que contendrá un nuevo gobierno, una nueva religión, una nueva economía y un nuevo ejército.

 Setenta días separan el 21 de diciembre del 28 de febrero. ¿Casualidad? Setenta fueron los años que Dios le dijo a Jeremías, que pasaría Israel bajo el dominio babilónico. Setenta semanas le dijo el ángel Gabriel a Daniel, que tendrían que pasar para que llegará a Israel (y al mundo) la paz anhelada. Satanás es imitador de Dios, y ha puesto fecha del 28 de febrero para la dimisión del hombre que ahora le estorba. Setenta días después del 21 de diciembre, es decir después de la entrada de la nueva era. Tengamos en cuenta que toda fecha marcada por el mundo, tiene su significado. El 21 de diciembre de 2012 fue marcado por el movimiento esotérico como el inicio de una nueva era, que significaría el fin de la era pisciana, y la entrada de la era acuariana. Ahora el 28 de febrero ha sido determinado como el fin de la era de Ratzinger, un hombre que no ayudo mucho al establecimiento de la nueva era mundial, excepto por su pasividad. Benedicto XVI en nada fue como su predecesor Juan Pablo II, quien favoreció en mucho los planes masones – Illuminatis de sus pares cardenales.
El cónclave deberá reunirse, según se ha filtrado, en los siguientes 15 días de marzo, por cuanto el nuevo Papa deberá estar en su cargo plenamente para la pascua de este año, que la celebran los católicos el 31 de marzo. 

¿Pudo Ratzinger haber cumplido con la tarea de liderar el establecimiento de un nuevo orden mundial? A sus años parece que no, y él mismo lo ha dicho.
Al Papa se le ve como el representante de Dios en la tierra, o como el vicario de Cristo, pero cuan lejos está esto de la verdad. La palabra de Dios, reflejada en La Biblia dice que Dios es amor, y que por amor envió a Su Hijo único a morir por el mundo. Entonces ¿cómo podría pensarse que ese mismo Dios quisiera la muerte de 6.500.000.000 de personas? El establecimiento de un nuevo orden mundial tiene como objetivo esta meta, lo cual aparece reflejado en las piedras guías de Georgia. El mismo Dios del cual el Papa dice ser su representante, ha anunciado que esto pasaría (Zacarías 13:8)  y lo ha llamado “gran tribulación (Mateo 24:21). Esto da a entender que Ratzinger podría saber algo más, y que de alguna manera se hace a un lado, porque quizá no quiere verse involucrado, aunque ya lo está. Los acontecimientos que inician con el establecimiento de una nueva era política y religiosa, implica entre otras cosas un riguroso control del mercado de comercio, el cual ha de cerrar sus puertas, solo para vender a los que se hagan parte de ese nuevo orden mundial.
Si la iglesia Católica es la gran ramera, y las muchas aguas donde se sienta (que a la vez es una bestia escarlata, que tiene siete cabezas y diez cuernos) es la misma de Apocalipsis 13.1-10 y es una asociación de naciones, con sus gobernantes que ejercen el dominio y control en el mundo, entonces la gran ramera y Babilonia la grande son uno solo. La religión y la política se convierten en uno. La iglesia Católica representando a la religión vana, y los Illuminatis – masones como el brazo ideológico – político que les complementa. La prostituta se viste de púrpura (Apocalipsis 17:4), lo mismo que hace el cardenalato. Cuando un cardenal es promovido al cargo recibe anillo, birreta y solideo los cuales son de color púrpura.  Este mismo cardenalato, que representa a la iglesia católica es aquella que lleva en su frente un nombre escrito: “BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA” (Apocalipsis 17:5).
Sin duda que Ratzinger fue una pieza más, que cumplió un fin determinado. Ocupó el tiempo necesario, la silla del papado, entre tanto se preparaba el nuevo Papa que promoverá el nuevo orden mundial. Él es el designado.
Este hombre que ha de venir dará continuación a los planes de la bestia, que son desde la antigüedad. Apocalipsis 17: 10 dice: “…y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo”. De este es precisamente del cual estamos hablando. No es que el Papa que venga será este rey, sino que favorecerá su llegada. Le encumbrará. Y para esto Ratzinger no servía, porque se requería un Papa con relaciones, con compromiso, con voluntad y fuerzas para cumplir el objetivo.   

Sin duda que entre los consejeros del Papa, los del colegio cardenalicio, hay masones Iluminatis (la bestia escarlata, o las muchas aguas) que presionaron a Ratzinger para su renuncia. El tiempo va rápido y las acciones deben ser tomadas y un Papa adormecido por el peso de la edad (y quien sabe si de la conciencia) no les era útil. El nuevo Papa, vestido de púrpura por fuera, será un cardenal fiel a los principio de la orden de Jesús, fundada por Ignacio de Loyola en 1540, quien deberá actuar sin duda, ni dilación, para el cumplimiento de los objetivos inmediatos: establecer, de una vez, un nuevo orden mundial. Más aún tomando en cuenta que los jesuitas fueron creados para encumbrar al Papa al gobierno del mundo. Ellos se visten con sotana, pero dentro llevan las armas, que defenderán el “derecho que tiene” el Papa al gobierno del mundo, bien por sí (primera bestia del Apocalipsis 13:1-10); o bien por otro también poderoso políticamente (Apocalipsis 13: 11-18).

El nuevo Papa defenderá el derecho del feto a ver la luz de la vida (No al aborto), pero a las sombras llevará adelante los proyectos de eliminación de la vida a través de las enfermedades, vacunaciones, hambrunas, guerras, etc. Nunca se sabrá que el tuvo algo que ver con esto. Será a escondidas. El nuevo Papá defenderá a los olvidados de África, que mueren de hambre por centenas de miles, pero a la sombra no dirá nada acerca del control alimentario sobre estos países. Mientras en África los niños mueren de hambre, frente a la mirada de los zamuros que esperan su muerte, para usarlos como carroña, el Papa viste las ropas más lujosas, y come  los manjares más suculentos en sus palacios. El Papa defenderá el derecho de los países para ejercer su autodeterminación, pero a las sombras aplaudirá, en silencio, que los mismos se rindan ante los poderosos para mendigar un plato de comida. El Papa levantará su voz frente a los conflictos bélicos, pero actuará solapadamente para confirmarlos. El Papa será un activista permanente para favorecer el ecumenismo, y favorecerá los encuentros de las religiones más influyentes en el mundo. Hindúes, musulmanes, judíos (enemigos de Jesús de Nazareth), protestantes falsos puestos como mamparas, y católicos se sentarán en la misma mesa y dialogarán para unificar la religión, usando para ello Juan 17. Pura hipocresía, al final será una religión llamada Nueva Era. 

La sede del Vaticano está activa en estos días. Los cardenales (masones, Illuminatis) han movido sus piezas, y están listos para elegir. El sucesor ya está marcado, lo demás es puro teatro. Quizá veamos que (después del 28 de febrero) cuando comience el cónclave, salga humo negro, pero después de disuelto el lapso establecido por ellos mismos, surja el nuevo Papa, sucesor de Ratzinger y continuador de la actividad de Wojtyła. Y el mundo le aclamará y se rendirá a sus pies (como lo señala Apocalipsis 13). La nueva era ya ha comenzado, y las primeras señales están dadas. El movimiento político en el Vaticano está en su clímax.  Pronto veremos por TV el humo blanco, y oiremos decir “hay Papa”.
Ratzinger irá a “su retiro” y verá los toros desde la barrera, pero este “su sacrifico” será agradecido por el mando del mundo. Reyes, príncipes, presidentes, primero ministros, están agradecidos con él. Ha hecho lo que tenía que hacer. Ha renunciado. 

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